Hoy podría empezar con una frase de algún escritor muerto (o reconocido), una cita de alguna película muy famosa o una estrofa de alguna canción, pero hay veces que la sencillez basta para empezar a hablar de lo ocurrido ayer en la cuarta jornada del Festival de San Sebastián. Una sencillez personificada en Jessica Chastain, que visita San Sebastián para presentar La Desaparición de Eleanor Rigby, de la que os hablaré en los próximos días. Además de ser posiblemente la mejor actriz de su generación, Chastain ha demostrado con su llegada a Donostia ser la star más accesible, simpática, amable, elegante y guapa, sobre todo MUY guapa (y todo esto sin exagerar). Si venís a San Sebastián y alguien os dice que no tiene foto con 'Chasti' (ya es como de la familia), es que no es de aquí.


Para muestra, la situación vivida mientras esperamos para verla y fotografiarnos con ella (si pensáis que esta anécdota es sólo para decir que tengo una foto con ella, no vais muy desencaminados). Ha aparecido ELLA en el hall del hotel, el tiempo (como pasa en las películas) iba a cámara lenta, las personas allí presentes han puesto sus manos a modo de visera para no deslumbrarse ante tanta belleza y justo antes de salir del hotel, tras atender a los 'fanses' que la esperábamos, se ha girado hacia un periodista que iba detrás de ella, con quien se ve que han tenido que reducir el tiempo de la entrevista para no retrasar más el photocall (que ya llevaba 20 minutos de retraso), y le ha invitado a que fuese a comer con ella y con la gente que la acompañaba para poder terminar la entrevista.

Cualquier persona (y no digo solo hombres) que haya leído hasta aquí se habrá imaginado la respuesta del periodista, y aquí es donde viene el giro de guión: que sorprendentemente ha dicho que "¡NO!" con abucheo general y lanzamiento de objetos hacia su persona por el público que estábamos contemplando la escena en ese momento. Ha sido necesario el desalojo por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado del hall del hotel María Cristina para que la normalidad volviese al festival.


Ahora pensad por un momento que parte de lo que acabáis de leer es un hecho verídico, pero adornado con ciertos elementos de recreación y exageración por parte de este humilde cronista a modo de divertimento. Para que este juego que planteamos funcione es necesario que vosotros, como espectadores o lectores, entréis en él. Algo parecido nos propone Casanova Variations, en la que John Malkovich interpreta a un Giacomo Casanova que, anciano y enfermo, recibe la visita de la misteriosa y bella escritora Elisa van der Recke, quien insufla nueva vida al anciano.

Se trata de un interesante ejercicio de estilo dirigido por Michael Sturminger y con un montaje sobresaliente, en el que se combina la representación de una ópera en Lisboa con escenas adicionales grabadas para dar continuidad y sentido a todo el conjunto, y que si bien pierde fuerza en su parte final por el desgaste del efecto sorpresa, mantiene la atención y entretiene. El mayor problema del film radica en que más allá del mero divertimento es bastante vacío, exige demasiada predisposición al espectador para que juegue a lo que se propone en pantalla y puede parecer solo un producto para el lucimiento del señor Malkovich, que se ha despedido de la proyección entre los aplausos del público.


En Phoenix, segunda película a competición del día, una cantante judía es traicionada y enviada a un campo de concentración del que consigue salir una vez terminada la guerra. Con la cara totalmente desfigurada, pide a un eminente cirujano que se la reconstruya para que sea lo más parecida a como era antes. Recuperada de la operación, empieza a buscar a su marido. Pero el reencuentro no es lo que ella esperaba.

Christian Petzold dirige con pulso firme este drama romántico en el que el amor actúa como catalizador de todas las acciones que lleva a cabo la protagonista. Un amor ciego, carente de ninguna lógica, quizás como debe ser el amor verdadero. Una historia ambientada en Alemania en los meses posteriores a la derrota en la Segunda Guerra Mundial, que si bien podría suceder en cualquier otro momento histórico, utiliza los elementos más identificativos de ese periodo para construir las mejores secuencias del film y una escena final tan bella y triste que es imposible no enamorarse de ella.

Mención especial merece la contenida actuación de Nina Hoss, que consigue expresar el dolor de la guerra, el amor, la tristeza y la desilusión con una mirada o sutil gesto, y que se une a Ghita Nørby como principales aspirantes a llevarse la Concha de Plata a la Mejor Actriz.


En cualquier festival que se precie debe cumplirse una cuota de cine asiático en su Sección Oficial y el Zinemaldia no puede ser menos. La coreana Haemoo ha sido la encargada de cumplir esa cuota y de cerrar la sección competitiva en el día de hoy. La película cuenta cómo el capitán de un pesquero decide empezar a transportar inmigrantes ilegales para poder conservar los puestos de trabajo de su tripulación, pero un trágico suceso durante su primer viaje le lleva a tomar decisiones que le enfrentarán con los hombres a su cargo.

Sung Bo Shim dirige una historia basada en hechos reales y adaptada por él mismo y Joon-ho Bong, dividida en dos partes muy diferenciadas. La primera funciona como un drama que trata la crisis económica y la inmigración para, a medida que avanzan los minutos, ir transformándose en un sangriento thriller de acción con una potente factura técnica y un ritmo endiablado al que ya nos vamos acostumbrando al ver trabajos provenientes de aquel país. Quizás no sea una seria candidata al premio gordo, pero es de esos títulos que se agradecen dentro del festival para desconectar de tanto drama profundo.

El encuentro con Chastain y ciertos elementos ajenos a este cronista (¡Vale, sí, necesitaba dormir!) me llevan a terminar aquí, pero puedo prometer y prometo que mañana hablaremos de dos nuevas películas a concurso y aprovecharemos (ahora sí) para recuperar alguna Perla antes de que se nos queden por el camino. Hasta entonces, ¡nos vemos en los cines!


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