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Zinemaldia. Día 3. Los Autómatas llegan a San Sebastián

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Julio Cortázar estaba describiendo en Rayuela su experiencia en un festival de cine cuando decía aquello de “cada vez iré sintiendo menos y recordando más”. Bueno, a lo mejor el escritor nunca quiso referirse a ello y desconozco si alguna vez pisó un certamen cinematográfico, pero en esas palabras está reflejada perfectamente la sensación que se tiene a medida que las horas sin dormir se acumulan y el estado natural fuera de la sala de cine es bastante parecido al de cualquier extra de The Walking Dead (del bando de los zombis). El cansancio nos lleva a sentir cada vez de forma menos intensa y, al igual que el sueño, la acumulación de películas vistas obliga al ponerse a escribir a tirar de recuerdos, tuits escritos justo después de las proyecciones o notas mentales (y trozos de papel) que uno va recopilando a lo largo del día con la intención de facilitar y hacer más llevadera la escritura de la crónica diaria.

Tres, como Los Mosqueteros de Alexandre Dumas, han sido las películas que se han presentado a concurso en la Sección Oficial. Con una particularidad: los protagonistas principales de las tres son hombres que luchan por esquivar las piedras que el destino pone en su camino, lo que les llevará a tomar decisiones que les cambiará la vida.


Después de años intentando sacar el proyecto adelante, y con muchos problemas para conseguir distribuidora en los últimos meses, Antonio Banderas ha llegado a Zinemaldia con Autómata bajo el brazo. La película, dirigida por Gabe Ibáñez, cuenta la historia de Jacq Vaucan, agente de seguros de la corporación cibernética ROC y a punto de ser padre, que recibe el encargo de investigar una serie de extraños casos que involucran a autómatas que han trasgredido sus protocolos de seguridad. Como ya pasaba en Hierro, prima el aspecto visual sobre el desarrollo del guión, consiguiendo así una factura increíble en un film que termina siendo largo, tedioso, aburrido, sin ningún tipo de interés y que nunca, en sus casi dos horas de duración, termina de arrancar.

El actor malagueño, protagonista absoluto del film (junto con la autómata Cloe, también presente en el festival), se esfuerza por conseguir un personaje cansado del mundo que le rodea, que desea escapar. Y digo se esfuerza porque es probablemente una de sus actuaciones más flojas, no se le nota cómodo.

Todo en Autómata suena a ya visto, desde el punto de partida de “¿hasta dónde puede llegar la conciencia de un robot?", hasta una ambientación muy inspirada en el universo Blade Runner. Nada sorprende y si bien a priori, tras ver los primeros tráilers, las expectativas eran bastante buenas, el resultado ha sido muy diferente al esperado. Parece que tanto Banderas como Ibáñez lo saben cuando, para defender la película, hablan de ella como “una obra realizada para demostrar que en España se puede hacer un cine diferente, independientemente de que pueda gustar o no”.

La película ha terminado con tímidos aplausos (por cortesía) y con el comentario unánime de que nos encontramos ante la que probablemente sea la película 'ladrillo' de esta edición.


Bastante mejor ha sido la recepción que ha tenido La Entrega (The Drop), un thriller disfrazado de drama romántico (o viceversa) que cuenta la historia de Bob, el tipo que está detrás de la barra, que verá como su vida da un giro al encontrarse una cachorro de pitbull en la basura.

Es curioso cómo avanza el film. Empieza, como tantos otros, con un montaje muy ágil, un ritmo vibrante y una voz en off que explica cómo el crimen organizado utiliza los bares de barrio de Nueva York como 'buzones' para el blanqueo de dinero. Más tarde cambia el tono y el tempo, la película se vuelve más pausada, evitando los momentos más estridentes de este tipo de cine y logrando así un acercamiento muy realista a lo que podría ser la vida de unos matones de poca monta.

El sólido guión de Dennis Lehane, quien adapta su propia obra Animal Rescue, es un cúmulo de aciertos, desde el tratamiento y la profundidad de la que dota a los personajes hasta cómo, a pesar de la sencillez que aparenta tener el relato, durante todo el tiempo subyace la tensión de saber que hay algo turbio en el ambiente y en los secretos que guardan los protagonistas de la historia, secretos que no son desvelados hasta una impactante escena (casi) final.

Michael R. Roskam dirige de manera sobresaliente a un reparto donde la gran estrella es Tom Hardy, que añade otra gran actuación a su filmografía, creciendo como actor película a película. La cinta está dedicada a James Gandolfini, que aquí demuestra ser de esos actores con la presencia necesaria para que, a pesar de no tener un papel que le dé la oportunidad de lucirse, consiga sacarlo adelante de manera notable. Quizás no sea una despedida excelente, pero es una despedida muy digna.

Aplausos y críticas positivas para la película al terminar el pase. Quizás no sea un género (ni una nacionalidad) para llevarse grandes premios, pero por lo visto hasta el momento es una seria candidata a guión, dirección e incluso Tom Hardy como actor.


Y como ayer era el día en el que se postulaban actores para hacerse con la Concha de Plata, la segunda candidatura la presentó Nikolaj Coster-Waldau (el Mata-Reyes Jaime Lannister para los amigos) en A Second chance, de la oscarizada Susanne Bier. La directora danesa no es una desconocida en nuestro país por lo que cualquiera que se enfrente a la película sabe de ante mano con lo que se va a encontrar: drama, drama y más drama.

Es complicado hablar del planteamiento de la película sin destripar toda su primera mitad, donde Bier vuelve a demostrar que, a pesar de lo rocambolesco de la situación, sabe medir las distancias del drama y llevar al espectador hasta el terreno que ella quiere y en el momento que ella quiere. Aunque en esta ocasión la directora empieza a jugar en el filo de la navaja del drama demasiado pronto, también es muy probable que parte del público no sea capaz de entrar en la película desde su propia premisa argumental. Esto provoca que, en uno de los giros de guión, buena parte de los espectadores acaben saliendo por completo.

Uno de los puntos fuertes de la película, que ayuda a conectar al espectador con las situaciones más inverosímiles, es el trabajo de Nikolaj, quien se ha mostrado encantador con todos los fans haciéndose fotos y firmando autógrafos a TODO aquel que se lo pidiese (para desesperación de la jefa de prensa). El actor construye un personaje que desciende a los infiernos cuando una tragedia le lleva a tomar una decisión que choca frontalmente con lo que consideraríamos moralmente correcto.

La película entretendrá y emocionará a mucha gente (como se vio ayer tras el pase de prensa, del que muchos salían secándose los ojos, y eso que dicen que los críticos no tienen corazón), pero los mecanismos para llegar son muy artificiales y forzados. Y esos son los elementos que han dividido los comentarios, entre los que han conectado con la película de principio a fin y los que han ido quedándose por el camino a cada vuelta de tuerca.

En el próximo artículo sobre la cuarta jornada, además de la Sección Oficial con John Malkovich como principal aliciente, se presentan más películas, y comentaré una de las más impactantes que he visto en muchos años, The Tribe, la cual a medida que pasan las horas me parece más interesante y recomendable. En apenas dos horas llega Jessica Chastain a San Sebastián y la ciudad será un sitio un poco mejor, pero hasta entonces, ¡nos vemos en los cines!


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