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'Qué Bello Es Vivir', el regalo navideño de Frank Capra

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¿Qué sería de la Navidad sin la enésima reposición de Qué Bello es Vivir? Sería como una Semana Santa sin sus correspondientes emisiones de Ben-Hur, Quo Vadis y decenas de peplums de interminable duración. Este film ha conseguido algo a lo que muy pocos han llegado: trascender a nivel popular hasta convertirse en un símbolo de la Navidad. No obstante, aunque todos conocemos (o deberíamos conocer) el film, creo que es de justicia hacerle un homenaje a este clásico del cine en mayúsculas.

La película nació en un periodo especialmente crucial en la carrera de Frank Capra. Durante los años 30, Capra era simple y llanamente el director más popular de Hollywood. Sus optimistas y populistas películas no solo eran magníficas, sino que encajaban como anillo en el dedo en esos tiempos: Dama por un día (1933), Sucedió una noche (1934), El Secreto de Vivir (1936), Vive como quieras (1938) o Caballero sin espada (1939) fueron todos éxitos apabullantes que le convirtieron en un cineasta que sabía cómo conquistar al público con un estilo fácilmente reconocible, al mismo tiempo que él iba volviéndose más ambicioso.


Su carrera se detuvo temporalmente unos años con el estallido de la II Guerra Mundial, que le llevó a producir una serie de documentales de propaganda aliada dejando aparcada su carrera en Hollywood. Cuando el conflicto finalizó, Capra volvió a emprender su trabajo con la ambiciosa idea de trabajar de forma independiente, sin depender de ningún estudio. Para ello se asoció con los directores William Wyler y George Stevens formando Liberty Films, donde esperaban poder hacer películas más profundas con total libertad, tal y como indicaba su nombre. Desafortunadamente, Liberty Films no llegó a funcionar y solo produciría dos films (ambos de Capra): Qué bello es vivir (1946) y El Estado de La Unión (1948).

En todo caso, el primer proyecto de Capra tras la guerra parecía prometedor, una historia optimista que contenía la esencia de su cine y que por tanto tenía todos los números para encandilar al gran público. Se trataba de un relato breve que la RKO había comprado para Cary Grant y que acabó en manos de Capra, quien rápidamente lo adaptó a su actor favorito, James Stewart.

El célebre actor era otro de los que interrumpió su carrera a causa del conflicto bélico, alistándose en el ejército como piloto, pero a diferencia de Capra, al volver a Hollywood no tenía nada claro su futuro. La traumática experiencia bélica le había hecho replantearse su vida y pensar si realmente tenía sentido dedicarse a algo tan vacío como actuar en películas. Llegó a pensar en volver a su pueblo natal para trabajar en el negocio de su padre, pero por suerte Capra le disuadió convenciéndole para que se uniera a su nuevo proyecto. De esta forma, aunque Qué Bello Es Vivir hubiese sido la peor película de la historia, su existencia ya estaría justificada solo por haber motivado a Stewart a reemprender su carrera, que en los años siguientes nos regalaría algunas de sus mejores actuaciones.


En lo que respecta al resto del reparto, el papel de la chica se le ofreció a la favorita de Capra, Jean Arthur (no pudo aceptar por otros compromisos), y a Ginger Rogers (quien lo rechazó); hasta acabar recayendo en Donna Reed. El antológico papel de Potter tuvo también varios candidatos (entre ellos Edward Arnold, quien se había especializado en papeles de malo dentro del cine de Capra) hasta caer en manos del mítico actor Lionel Barrymore, quien por entonces se veía obligado a actuar confinado en una silla de ruedas debido a un accidente que se le había agravado con una artritis. El resto del reparto incluía rostros habituales del cine de Capra, como H.B. Warner o el inolvidable Thomas Mitchell.

Una buena historia 100% capriana, un reparto encabezado por su actor predilecto y otros rostros conocidos y la libertad de no tener que rendir cuentas a ningún estudio. Qué Bello Es Vivir tenía todos los ingredientes para ser una apuesta segura, ¿qué podía salir mal?


Como consecuencia, Capra no se cortó ni un pelo a la hora de gastar dinero en su primer film tras la guerra, elevando el coste a 3 millones de dólares, lo que superaba con creces sus películas anteriores. Gran parte del coste se debió a que Capra quiso que el pueblo en que se ambienta la historia (Bedford Falls) fuera tan realista que acabó construyendo uno de los decorados más grandes y caros de la época. 16.000 metros cuadrados de pueblo con 75 edificios y tiendas, casi nada. Para hacerlo más auténtico aún, Capra permitió que se pasearan gatos, perros y palomas por el set con total libertad, ya que así le darían más autenticidad. Como curiosidad, una de las películas navideñas por excelencia se filmó en uno de los veranos más calurosos de la época.


El protagonista de la película, George Bailey. es la encarnación por excelencia del americano medio o, mejor dicho, de lo que debería ser un americano medio. Un buen chico honrado dispuesto en todo momento a hacer lo correcto y ayudar a los demás. Pero, ¿qué implica eso? Implica una vida llena de sacrificios por el bien de los otros, renunciar a cumplir los sueños propios teniendo que permanecer toda la vida anclado en Bedford Falls. Bailey es el emblema del héroe capriano, un hombre humilde y en teoría insignificante, pero que es fundamental para el correcto funcionamiento del sistema.

Eso es lo que nos muestra la famosa secuencia de cómo sería Bedford Falls sin George, cómo una persona en principio insignificante sea tan decisiva para las vidas de muchas otras. Dicha secuencia está sin duda entre lo mejor que ha hecho Capra en su carrera, con un toque tenebroso casi de pesadilla que creo que se pasa demasiado por alto a causa del final feliz. Es cierto, el desenlace es feliz, pero tiene un reverso que aunque no se explora en la película merece tenerse en cuenta: George ha descubierto que gracias a él toda esa gente es más feliz, pero eso implica que va a tener que seguir sacrificándose por los demás. Lo que hace esa secuencia no es más que reafirmar esas ataduras que le alejan de sus sueños.


Esta parábola sobre el americano medio que sacrifica su vida por ayudar a los demás adquiere especial fuerza con la esmerada recreación de Capra, que hace que sintamos la autenticidad del pueblo y de esos personajes humildes. Los pequeños grandes hechos que definen la vida de George son un claro ejemplo de esa búsqueda de una historia auténtica y que uno pueda sentir como real: el accidente en la nieve que le deja una sordera de por vida, el episodio de la farmacia, el baile de instituto con baño en la piscina incluido, la casa abandonada a la que los jóvenes lanzan piedras... Todos esos detalles que pueden parecer accesorios, en realidad ocupan la mayor parte del metraje, ya que el conflicto no surge hasta el tramo final. Para Capra es fundamental que vivamos en nuestras carnes todos esos elementos de la vida de George.

A nivel técnico, Capra hace uno de sus mejores trabajos, como no podía ser menos. Un detalle como mero ejemplo de este hecho: diría que es uno de los films clásicos en que más podemos "sentir" la nieve. Obviamente, el director de origen italiano no era tonto y sabía la importancia de rodearse de grandes profesionales, como Dimitri Tiomkin para la banda sonora o Joseph Walker en la fotografía (haciendo una labor en mi opinión infravaloradísima). El resultado es una película formalmente impecable pero que al mismo tiempo se nota que está hecha con el corazón.


Pese a que la creencia popular que más se ha difundido es que el film fue un rotundo fracaso de taquilla en su momento (o que incluso arruinó la carrera de Capra), la realidad es que no fue así. Sí que es cierto que no tuvo tanto éxito como todos esperaban ya que, como apunté antes, tenía todos los ingredientes para ser un taquillazo, y más aún siendo una película de Capra, quien en los años 30 encadenó numerosos éxitos de taquilla seguidos. Como la película había sido especialmente cara, su tibio recibimiento por parte del público hizo que no acabara recuperando todos sus costes, aunque no fue el descalabro que muchos aseguran.

¿Qué había pasado? De entrada, aunque Capra no lo sabía, su edad de oro había llegado a su fin y desde la guerra no volvería a recuperar el buen pulso. Aunque aún filmó alguna que otra gran película (recomiendo fervientemente El Estado de La Unión, con unos pletóricos Spencer Tracy y Katharine Hepburn), el resto de su carrera fue terriblemente irregular, teniendo que recurrir a remakes alimenticios en un intento desesperado por volver a conectar con el público. El problema es que el contexto de la postguerra no era el mismo que el de los años 30, el cine populista y algo naif de Capra no conectaba con un mundo que acababa de presenciar el holocausto nazi y que estaba en tensión continua por la amenaza nuclear.

Qué Bello Es Vivir sería el último coletazo de un tipo de cine ya considerado caduco, y aunque tanto Capra como James Stewart la consideraban la mejor película que habían hecho, el público de su época no compartió su entusiasmo y prefirió ir al cine a ver Los Mejores años de nuestra vida (1946), de William Wyler, un film de mucha más actualidad sobre el difícil regreso de unos excombatientes de guerra.


Por suerte, tanto Capra como Stewart llegarían a presenciar el inesperado renacimiento de la película a partir de los años 70, cuando empezó a emitirse con cierta regularidad en la televisión, especialmente en Navidades. De esta forma, acabó convirtiéndose en un icono popular para el gran público mientras que la crítica empezó a mirarla con otros ojos, llegando a considerarla la obra maestra de Capra. Antes de que se dieran cuenta, se había convertido en uno de los clásicos del cine por excelencia.

Yo personalmente prefiero alguna que otra película de Capra antes que ésta, pero es indudable que Qué Bello Es Vivir tiene un encanto especial que la convierte en la obra más representativa de su creador y un film perfecto para rescatar en Navidades... y en cualquier otra época del año.

 

Fuente: CINeol | Visitada: 2493 veces


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Comentarios (2)

00:48 - 23/12/2013

caren103

Esta es una de esas películas que cada Navidad, toca disfrutar.

13:21 - 25/12/2013

Quentin

Qué gran artículo [oki]

Yo la he vuelto a ver otra vez, esta vez en V.O.. Película mágica, sin duda


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