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ZINEMALDIA 2021 (II). Día de poesía, pesadillas y curar heridas

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6:50 AM, el despertador suena y sin saber muy bien dónde te encuentras te plantas delante del ordenador pulsando F5 cada 10 segundos hasta las 7 de la mañana, hora en que empiezan los juegos del hambre para conseguir las entradas para el día siguiente. Una situación que nos quita el sueño y nos provocan unas buenas taquicardias que sirven para activar el cuerpo y dejar preparado a primera hora el artículo del día, este que estáis leyendo ahora mismo.

Si en el artículo anterior decíamos que Yimou nos ofrecía una película tierna, agradable, sencilla y fácil de ver la segunda película a competición de este Festival de San Sebastián es una propuesta radicalmente distinta donde la exigencia hacia el espectador y la cadencia de su ritmo ha provocado más de una cabezada entre los espectadores, y eso que acabamos de empezar.


En Earwig () Lucile Hadzihalilovic, en su segunda película a competición tras Evolution en 2015, nos presenta una fábula de terror oscuro y onírico ambientada en algún lugar de Europa, a mediados del siglo XX, donde Albert trabaja cuidando de Mia, una niña con dientes de hielo. Mia nunca sale de un apartamento donde las puertas y ventanas siempre están cerradas. Un día el teléfono suena y Albert recibe instrucciones: debe preparar a la niña y salir al exterior. Probablemente esto sean los puntos más entendibles y accesibles de la película pues con esa base la directora francesa construye una película más centrada en estimular los sentidos que en lo narrativo donde las imágenes y la música crean momentos realmente hipnóticos, como esa luz que se cuela a través de los cristales de colores como si de un caleidoscopio se tratara y que provoca un punto de inflexión en donde la película se torna todavía más extraña, empiezan a aparecer situaciones inconexas y la supuesta línea temporal salta por los aires para descolocar todavía más al espectador.

El mejor consejo para enfrentarse a esta arriesgada propuesta es que hay que dejarse llevar (como lo haríamos con el cine de David Lynch, salvando las distancias) y no intentar buscarle significado y coherencia a todo lo que se nos muestra en pantalla pues probablemente no lo tenga o al menos no tenemos todas las piezas necesarias para terminar el puzzle y que este sea entendible. La película pone cartas en la mesa pero en ningún momento tenemos claro si se van a utilizar o son simples despistes y trampantojos de algo que se esconde detrás, como si se tratase de una realidad alternativa deformada al mirarse a través de un cristal. Una realidad que nos hace dudar de lo que vemos, de lo que es real, que se esconde entre sombras (excelente trabajo de fotografía en el que la oscuridad predomina en la mayor parte del metraje apoyado en luces puntuales que potencian más si cabe esa sensación de irrealidad y pesadilla).

Lucile Hadzihalilovic maneja de forma excelente la parte sensorial de la película consiguiendo, además, que horas después de verla sigamos dándole vueltas a la cabeza intentando extraer más información que la dote de sentido y aunque merece la pena ese salto de fe en la segunda mitad de la película para llegar a ello hay que sortear un gran obstáculo, la tediosa y alargadísima primera parte de la película, donde los minutos pasan, los diálogos brillan por su ausencia y la historia parece no avanzar ni dirigirse a ningún punto. Pensando en ella probablemente esta es la intención de esa primera parte, incitar al aburrimiento, haciendo que el espectador caiga en una especie de inicio del sueño para luego ser parte de la pesadilla que crea en su segunda mitad. Pero eso es una teoría de un servidor sin ningún tipo de prueba o podría ser la única justificación viable para no haber metido tijera en el montaje final y evitar así que se alargase la cinta innecesariamente.

Es difícil dar un veredicto cerrado sobre Earwig, justo al salir de la sala la hubiese suspendido sin pensárselo pero a medida que pienso más en ella hay muchos elementos que me gustan y, a pesar de sus imperfecciones (el ritmo de su primera parte, las incoherencias, las faltas de información), creo que es una película a la que un segundo visionado y sobre todo el comentarlo en corrillos durante este festival puede hacerle mucho bien.


Icíar Bollaín vuelve a San Sebastián para competir por la Concha de Oro tras hacerlo en 2018 con Yuli y lo hace adaptando la historia real de Maixabel Lasa (interpretada por Blanca Portillo) quien perdió en el año 2000 a su marido, Juan María Jáuregui, asesinado por ETA. Once años más tarde, recibe una petición insólita: uno de los hombres que lo mataron pide entrevistarse con ella en la cárcel de Nanclares de la Oca en Álava, en la que cumple condena tras haber roto sus lazos con la banda terrorista.

Maixabel () sigue la línea abierta con la serie Patria retratando esos momentos finales de la banda terrorista ETA a partir de los cuales la sociedad vasca, o parte de ella, abandonó el odio y los rencores en la búsqueda de cerrar heridas y construir un futuro sin los rencores del pasado. Un futuro en el que era tan importante el arrepentimiento de los asesinos como el diálogo para que las víctimas pudiesen entender esas motivaciones. Sin embargo, y sin ser un gran defensor de la serie de HBO, que disfruto pero sin parecerme la maravilla que muchos ven, creo que lo que allí se mostraba de forma más sútil y cinematográfica aquí se convierte en una sucesión de momentos expositivos sobre las situaciones adyacentes a las largas conversaciones entre víctimas y asesinos, de largo los dos mejores momentos de la película. Lástima que para llegar a ellos haya que pasar por momentos que suceden de forma repentina e inverosímil (ciertos cambios de parecer en el personaje de Tosar) y un desenlace que busca deseperadamente la lágrima del espectador, subrayados con una excesivamente intrusiva banda sonora de Alberto Iglesias, cuando no haría falta por ser un tema lo suficientemente emotivo y potente por si solo, lo que puede provocar, en parte de los espectadores, el efecto contrario a lo que busca. Es verdad que es una película que se valorará, sobre todo a nivel de sentimientos, de manera diferente si se ha vivido en la cercanía o no el periodo que relata y quizás un servidor desde la distancia pueda sentir cierta indiferencia donde otros se pueden sentir más identificados, como se ha podido observar tras los pases de público con una recepción más que calurosa y unas críticas bastante favorables al papel curativo de la propia película.

Maixabel juega sus mejores bazas, además de con el material de partida, en las actuaciones de Luis Tosar y Blanca Portillo pero la gran sorpresa de la película es el trabajo de Urko Olazabal en un personaje secundario que consigue robarse todas las escenas en las que aparece a lo que ayuda también que Tosar, que siempre tiene un nivel notable, no consiga la excelencia de alguno de los papeles de su filmografía en gran parte de la película a excepción de los comentados encuentros, largas escenas de conversaciones donde todos los actores están excelentes y consiguen los momentos más sentidos, naturales y honestos del film.

Terminada la proyección queda la sensación, para un servidor, de haber desaprovechado la oportunidad de hacer una gran película pues la historia adaptada tiene la fuerza y es lo suficientemente emotiva como para salvar los platos sin necesidad de mucho esfuerzo.

Por suerte no hemos tenido que esperar mucho para ver la primera gran película de la Sección Oficial, había muchas esperanzas en que Terence Davies nos regalase otra gran película y el director inglés, que vuelve a la Sección Oficial tras The Deep Blue Sea y Sunset song, ha superado las expectativas.


Benediction () es el biopic del poeta británico Siegfried Sassoon quien sobrevivió a los horrores de combatir en la I Guerra Mundial y fue condecorado por su valentía, pero a su regreso se convirtió en un firme crítico de la continuación de la guerra por parte de su gobierno. Su poesía se inspiró en sus experiencias en el frente occidental y terminó siendo uno de los principales poetas de guerra de la época. Mientras su fama crece entre los aristócratas y estrellas del mundo escénico londinense Sassoon deberá aceptar su homosexualidad.

Terence Davies apuesta desde el primer momento en contar la historia apoyándose en los versos recitados de Sassoon uniendo esas palabras con impresionantes imágenes de archivo de la I Guerra Mundial, dichas imágenes y poemas le servirán para situar temporalmente al espectador a medida que avanza la película con transiciones que se integran en la escenas potenciando el poder de la poesía. El director británico no engaña a nadie con su propuesta muy clásica, elegante, sobria y cuidada hasta el mínimo detalle, por lo que los espectadores que no conectan con su cine difícilmente lo harán con esta película, se podría decir que, Davies, no busca hacer nuevos seguidores, que encontrarán ese ritmo pausado y pueden opinar, no es mi caso, que se alarga en exceso, pero a los que nos podemos considerar fans del estilo del director nos ofrece su obra más espectacular, al menos visualmente hablando, en donde se permite más juegos de cámara que demuestran el excelente trabajo de planificación y dirección, además apuesta por dar más peso a los elementos visuales con planos realmente bonitos y metafóricos que acercan la imagen a esa poesía recitada que oímos durante la película.

Estamos sin duda ante la obra cumbre de Terence Davies quien alcanza en Benediction la excelencia a la hora de combinar literatura e imágenes. Culpa de eso lo tiene el excelente guión lleno de elegancia y sensibilidad en su desarrollo y poblado de diálogos cínicos e irónicos que han provocado bastantes risas en la sala. Aunque de poco serviría un gran guión sin un reparto solvente que lo llevase a buen puerto y en este caso todos los actores y actrices de la película están sobresalientes, encabezados por un Jack Lowden que podría ser candidato al premio a Mejor Interpretación sin dudarlo ni un segundo. En resumen, estamos en el segundo día del festival y para un servidor va a ser difícil que haya una película mejor en Sección Oficial aunque ojalá laparezca ya que sería una agradable sorpresa.

Podría estar escribiendo alabanzas de Benediction durante horas pero el Zinemaldia no espera a nadie, en el próximo artículo seguiremos repasando las candidatas a Sección Oficial en donde han coincidido hasta tres películas dirigidas por mujeres pero hasta entonces nos vemos en los cines.

Twitter Carlos Fernández









 

Fuente: CINeol | Visitada: 751 veces