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ZINEMALDIA 2020 (III). Brujas, obsesiones y amores de verano.

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Una de las situaciones más curiosas que se producen en un festival de cine son los comentarios exaltados (para bien o para mal) hacia una u otra película. Porque aquí cinéfilos somos todos y muy drama Queens, también. Tras leer o escuchar alguno de esos comentarios apasionados y exagerados las expectativas hacia alguno de los títulos que tienes pendientes de ver en el planning pueden aumentar, disminuir o directamente desaparecer. Y eso, queridos amigos y amigas, aunque inevitable es un gran error pues las expectativas no son buenas compañeras y los comentarios que las modifican los carga el diablo.

La primera película a competición del año sufrió tras su pase del viernes, para prensa, un continuo goteo de críticas negativas, tuits ridiculizando la película y muy pocos comentarios positivos. Así que, me he enfrentado a ella con tan pocas expectativas que al final he terminado disfrutando mucho con ella.


AKELARRE () nos sitúa en un pueblo marinero de la costa del País Vasco al cual llega, durante la temporada en que los hombres del pueblo se encuentran en alta mar, un juez encomendado por el Rey para purificar la región con la misión de buscar, encarcelar y juzgar por brujería a un grupo de mujeres jóvenes y niñas del pueblo. Tras un espectacular (en el aspecto visual con una utilización del espacio y el gran angular) inicio donde las jóvenes son capturadas, en los acantilados de la costa, la película pasa, como si de una metáfora de sus protagonistas se tratase, a desarrollarse en espacios cerrados y donde un gran trabajo de fotografía en el que predominan los naranjas y rojos que nos remiten a la hoguera y el fuego como adelantando lo que parece será el único final posible de las protagonistas. Y es en ese momento, cuando las cartas están sobre la mesa, cuando se produce el primer acierto de la cinta mostrando el juicio de brujería como lo que realmente es, otro mecanismo más por parte del hombre para someter a unas mujeres que buscarán retrasar el veredicto a través de cuentos e historias como si de Las mil y una noche se tratara.

Pablo Agüero, del que teníamos un mal recuerdo tras competir en el Zinemaldia en 2015 con Eva no duerme, dirige de forma preciosista esta historia rural para la que se rodea de un joven y sobresaliente elenco femenino donde reina Amaia Aberasturi, sería candidata a un premio de interpretación, como la Sherezade que deberá engañar, seducir y convertirse en objeto de deseo del juez, Álex Brendemühl en un papel que defiende de forma notable a pesar de ser demasiado plano y esquemático, durante las escenas de la confesión, momento en el que la cinta, algo dispersa hasta el momento, consigue encauzarse, encontrar su ritmo y donde lo surrealista de ciertas observaciones y comentarios por parte del juez y su notario provocan algún momento de sonrisa, sobre la celebración del akelarre del título.

Una película que va de menos a más apostando todo su potencial a la parte final con un arriesgado y rítmico clímax.


De obsesiones y de general malos comentarios para intentar evitar el sufrimiento de quién todavía se tenga que enfrentar a ella va otra de las películas que ya ha entrado en competición, la francesa PASSION SIMPLE (). En un pase accidentado que se ha visto interrumpido por un error en los subtítulos electrónicos (que no aparecían) y que ha provocado que después de 15 minutos de película tuviésemos que volver a verla desde el principio. Si hubiésemos sabido lo que nos esperaba en el metraje que no habíamos visto muchos hubiésemos aprovechado el parón para abandonar ordenadamente la sala y dedicar nuestro tiempo a alguna actividad de más provecho como puede ser el cultivo de bonsáis o hacer macramé.

En su tercera película, Danielle Arbid, adapta una novela de Annie Ernaux en donde una mujer se obsesionará con un hombre casado más joven que ella lo que le acabará provocando una inestabilidad emocional en su vida y problemas con sus más allegados y lo hace de tal manera que espero que la adaptación sea de todos menos fiel porque si el objetivo era quitar al espectador las ganas de leerse la novela lo ha conseguido, sin duda. El mayor problema no es que esa obsesión de la protagonista por el sexo y el compartir cama con un hombre objeto tenga un enfoque rancio y machista, aunque intente disfrazar al personaje de un ser libre y que disfruta de su cuerpo cuando quiere pero no con quien quiere pues la dependencia de ese hombre es tal que su vida y relaciones se resienten, si no es el tedio y la reiteración constante durante gran parte del metraje, la parte que no se rellena con escenas de sexo que buscan ser explícitas pero al final acaban por esconder más de lo que quieren mostrar provocando algunos momentos bastante ridículos.

Podría extenderme y hablar de los horrorosos fundidos utilizando paisajes, cielo y los rostros de los personajes para intentar crear momentos de evasión poéticos y alguna cámara lenta para incidir en la pasión que sienten los dos protagonistas pero sería hacer leña del árbol caído y tampoco estamos para eso. Se salva de la quema la buena selección de canciones que aparecen en la película aunque se agradecería más si esas canciones se hubiesen puesto de una forma más sutil y no como luces de neón para subrayar lo que sienten los personajes. En definitiva, un desastre y esperemos que sea difícil ver una película peor que esta Passion simple en los días que quedan.

Aunque fue la segunda película que vimos en el día quería dejarla para el final para cerrar con buen sabor de boca. El regreso de François Ozon a la sección oficial, gracias en parte a la cancelación de Cannes, tras En la Casa era uno de los platos fuertes de esta edición y las expectativas estaban altas pues el estreno en Francia hace algo más de un mes había dejado muy buenas críticas y comentarios de ser una película con posibilidades de acabar en el palmarés oficial y, por suerte, todas esas expectativas se han cumplido con creces.


VERANO DEL 85 () nos cuentan las seis semanas estivales durante las cuales Alexis, a punto de cumplir 16 años, entablará una relación de especial amistad con David, de 18 años, tras este último salvarle de morir ahogado. Tras el rescate la relación de los dos se estrechará cada vez más a medida que avanzan los días y la amistad dará lugar a la pasión con inesperadas consecuencias. La capacidad del director francés para llenar de imágenes bellas y coloridas la pantalla tiene en esta historia todo los elementos para poder explotar al máximo desde el físico de los protagonistas, hasta el pueblo costero donde se desarrolla la acción pasando por el vestuario y esa recreación de mediados de los 80 donde los colores con combinaciones imposibles invadían cada rincón.

Una vez visto el tráiler de la película parece que nos encontramos con la respuesta francesa a la exitosa Call me by your Name pero desde el primer minuto Ozon se encarga de colocarnos en otro tono muy distinto pues gran parte de la película consistirá en que el espectador descubra como se han ido sucediendo los hechos de un suceso traumático que se narra justo al inicio. Y mientras nos dedicamos a colocar las piezas del puzzle la locura de amor adolescente irá impregnando el relato en un increscendo que el director consigue mantener en el filo de la navaja moviéndose peligrosamente hacia el absurdo, sabiendo siempre cuando detenerse, para espectadores no iniciados en su cine pero que para los que somos seguidores es un regalo a referencias y que conectan esta película con todo el universo creado a lo largo de su filmografía, como si de un Ozon Cinematic Universe se tratase.

En ese baile de hormonas, la pasión y la locura de ese amor adolescente nos ofrece una de las mejores escenas que veremos este año en donde la utilización de un walkman y la canción de “Sailing” de Rod Stewart, con todo lo que implica en la película. Una catarsis para el protagonista con la que el espectador será difícil que pueda aguantar las lágrimas recordando que las películas, como los amores de verano, también tienen un final y que no por esperado deja de ser menos amargo aunque siempre nos quede en el recuerdo lo bonito que fue todo el tiempo que duró.

François Ozon se proclamaba el primer candidato serio a llevarse La Concha de Oro pero muy poco le ha durado la alegría pues Thomas Vinterberg y Mads Mikkelsen han llegado a la sección oficial arrasando y reclamando el trono con Another Round de la que hablaremos en el próximo artículo. Hasta entonces ¡Nos vemos en los cines!

En el Podcast de Cinema Manifesto tenéis una charla sobre alguna película más de las vistas en el día de ayer.

Puedes escucharlo aquí



Twitter Carlos Fernández




Fotos: Inés Barreda
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