Famosas son ya algunas colaboraciones entre director y compositor, como la de Steven Spielberg y John Williams, o la de Tim Burton y Danny Elfman. A esta lista habría que añadir otra pareja que se va consolidando poco a poco, la formada por M. Night Shaymalan y James Newton Howard. Parece que el director está contento (y no es de extrañar) con las obras que el compositor realizó para sus tres últimas películas, y vuelve a contar con él para su nuevo trabajo, El Bosque.

Todas las anteriores obras que el compositor estadounidense creó para las películas de Shaymalan eran realmente perfectas para el film al que se dirigían. Por supuesto que cada bso era de una película diferente, y por lo tanto no tenían que ver una con otra. Pero aun así, al ir oyendo una tras otra se veía que el compositor estaba logrando un sonido propio para el director. Ese sonido peculiar con el que representar a Shaymalan. Esta vez no se queda atrás, y nos encontramos con una obra que aunque se separa aun más de a las anteriores, sigue conservando ese sonido de dramatismo y “misterio psicológico” que transmiten las películas del director.

La gran diferencia en esta ocasión, reside en que la partitura no se sustenta sobre sonidos cargados de suspense o desesperación como en otras ocasiones. Sino sobre un sonido realmente bello, melancólico, tranquilo… muy del estilo de Phillip Glass en la hermosa obra que hizo para “Las Horas”. Pero a medida que van avanzando los minutos, esa placidez con la que comienza la obra, se transforman en nerviosismo e intranquilidad, pero nunca dejando de ser bello y romántico. Suena extraño, pero es esa mezcla de sensibilidad y belleza, junto con la de inquietud y dramatismo, lo que hace maravilloso este trabajo.

Además, se añade a esa perfecta combinación de sentimientos tan opuestos, lo que más me gusta, y es el hecho de que esta obra no se pueda “desmenuzar”. No se puede analizar, ni separar un tema de otro. La obra provoca una reacción en el oyente, un sentimiento concreto, cuando la escuchas completa, desde el principio hasta el final. Una sola canción puede que te resulte de los más sosa y aburrida. Cosa que no es cierto. Pero aún así, puedo atreverme a recomendar “The Gravel Road”, un tema que es lo suficientemente independiente como para transmitir él solo un atisbo de lo que es la obra completa.

Y no podía dejarme en el tintero el gran trabajo de Hilary Hahn a cargo del violín, el indiscutible protagonista en esta ocasión. Seguro que no defraudará a los amantes de este precioso instrumento.

Ficha de la banda sonora.
Ficha de la película.

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