El grueso de la crítica ha perfilado con bastante precisión los rasgos más característicos de esta película mastodóntica, excesiva y profana, amalgama de
Reservoir Dogs,
La Cosa, el whodunit y los western televisivos de los 60-70. La octava película de Tarantino es, tal y como se ha repetido, la sublimación de todo lo que hace grande al cineasta de Knoxville, como también lo es de todo lo que ha hecho que muchos hayan desertado de su nómina de fans acérrimos desde 2004 -un grupo que, también huelga decir, continúa siendo bastante amplio.
Señalo el año del estreno de
Kill Bill porque todo lo que ha venido labrando estética, narrativa y dramáticamente Tarantino en sus títulos post-Jackie Brown se exacerba en
The Hateful Eight hasta el paroxismo (Djando siendo la excepción). ¿Qué es eso que ha estado labrando? Intentando ser más descriptivo que valorativo serían tres señas de identidad: preponderancia de diálogos sobre trama, preferencia por el circunloquio y monólogos sobre una caracterización psicológica que se plasme en actos y un marco de referencias cinéfilas muy explicitado y barroco. Por intentar ejemplificarlo: si Tarantino decidiera rodar de nuevo
Reservoir Dogs en 2016, duraría 50 minutos más (la conversación de 'Like a Virgin' y las propinas duraría el doble o el triple), veríamos la oreja del policía que corta el Sr. Rubio, la trama estaría dividida en 5 o 6 capítulos, y habría una mayor y más intensa referencia a la iconografía visual y temática del marco de películas noir y de gángsters de las que se nutre la película. ¿Sería esa Reservoir Dogs peor película? Si, nítidamente ¿Seguiría molando, teniendo carisma, siendo original e inteligente, las interpretaciones seguirían siendo impecables y la banda sonora colosal? Si, también. ¿Sería esa Reservoir Dogs 2016 una obra maestra del calibre de su predecesora? Nein, nein, nein, nien.
Discrepo de la valoración de Danny Rose por que yo sí que creo que The Hateful Eight tiene chispa y la habitual pericia de su creador para generar situaciones delirantes y extremas a fuego lento y con consistencia. Tengo que pensar bastante pare recordar una película que se sintiera tan rematadamente impredecible y en la que hubiera una sensación depeligro tan auténtica, de que en cualquier momento le pudieran reventar de un tiro la cabeza a cualquiera de los personajes, interpretados de manera impecable por un reparto entregado (mención especial para Samuel L. Jackson y Jennifer Jason Leigh). Eso, sumado al sugestivo punto de partida moral de la película, en el que no existe un personaje sobre el que pivotar a nivel empático o ético, le da a la narración un carisma que tienen pocas películas.
A ello hay que sumar dos capas más de complejidad y riesgo. Por una parte la puesta en escena, algo en lo que Tarantino ha ido mejorando y que aquí mantiene a buen nivel; especialmente notable en varios planos con una profundidad de plano enormemente plástica. Y por otra, me ha sorprendido la inteligencia con la que Tarantino inserta la problemática racial en la película, describiendo las tensiones, odios y fracturas del país después de la Guerra de Secesión desde las contradicciones y frustraciones de los diferentes afectados y no sólo acomodándose un esquema moral e histórico de buenos y malos (que habría sido mucho más higiénico y cómodo, en vez de presentar a auténticos cabrones
de los dos bandos). De esa manera le queda un fresco político donde aflora el desarraigo y las enemistades enquistadas (algo mucho más cercano a la verdad histórica, propio de un observador maduro de los conflictos de su país).
La pena es que aquel aforismo tan sobado de que "incluso en el exceso ha de haber mesura" me parece que se ajusta a la perfección a
The Hateful Eight. A la película le sobran 30 minutos. Y es que es palpable para cualquier observador medianamente atento. En esta película, si un personaje dice que va a clavar unas picas en el suelo para conectar la cabaña con el cagadero, le ves hacer eso. En una conversación se puede repetir la misma pregunta varias veces. Los circunloquios y monólogos reinciden en cosas que, o bien ya estan claras, o que se revuelve sobre sí mismos sin que uno puede dejar de pensar en el por qué. Hay tramos de diálogos genialmente escritos, u otros directamente antológicos (de esos que veremos en camisetas en breve), pero también hay un buen ramillete de los que nadie se va acordar nadie al salir de la sala y que tan sólo ayudan a inflar de minutaje la película
El momento más sangrante al respecto ese flashback de 20 minutos, que estructuralmente resulta algo dudoso, que no duda en usar minutos para hablar de acentos, enseñar más paisaje y detallar uno por uno a todos los asesinados por Channing Tatum y co.
Ha dicho Tarantino varias veces en la promoción de esta película que él escribe sus guiones dejándose llevar por los personajes y que "los deja hablar". Me parece que en esa indulgencia va a seguir haciéndole producir películas en las que el metraje se le va ir de las manos sistemáticamente. Y, por último, decir que aunque el main theme de Morricone es la puta hostia, la banda sonora en general es muy repetitiva y uno acaba saturado. Primera vez que en una película de Tarantino la selección musical brilla por su ausencia.
Yo no puedo darle menos de un 8/10 porque la he disfrutado como un gorrino pero tampoco hay que ser fanboy y es innegable ver una regresión en las claves más interesantes de su autor y un ahondamiento en sus tics. Muchos firmarían, no obstante, que esta fuese su peor película.