Como diría Nelson de los simpson: "Hay al menos dos cosas que están mal en ese título".
No me gustó en demasía
Gente Corriente, la película con la que Robert Redford triunfó al comienzo de los 80s. Me pareció una ganadora del Oscar floja si teníamos en cuenta propuestas como El Hombre Elefante o Toro Salvaje. Ahora bien; al lado de este engendro navideño, la película de Redford el querubín es como El Quijote de los dramas adolescentes. Los flashbacks de Timothy Hutton en alta mar ya olían a naftalina, y 40 años después aquí hacen uso EXACTAMENTE del mismo recurso dramático para explicar no se sabe bien qué: ¿la falta de empatía de un tipo tímido y apocado? ¿Es que no se puede ser una persona reservada sin arrastrar un trauma del tamaño de un trolebús? En fin, toda una oda al psicoanálisis, porque por supuesto estas cosas se resuelven por arte de magia hablando con la familia, los amigos y la psicóloga de turno.
Luego ya las escenas de instituto son puro topicazo. Rodadas con algo más de gracia que las de American Pie, pero no mucho más. ¿Qué pinta el personaje de Paul Rudd que no hayamos visto ya mil veces, antes y después? ¿Qué aporta? El único momento que de verdad me hizo gracia y reconozco algo de ingenio es la escena de truco o trato, pero es que hasta eso lo resuelven luego de la manera más chusca y pobre intelectualmente imaginable, con el protagonista de 50 kilos tumbando a tres maromos de los que cada uno le saca una cabeza y varias arrobas. ¡Ni Peter Parker en pleno frenesí arácnido! Y vaya amigos resulta tener el colega. Antes, pasaban de su culo por un tráeme aquí estas pajas; después, en cuanto saca los puños a pasear, lo nombran delegado de la clase y todo está perdonado. Decía Asimov en Fundación que "la violencia es el último recurso del incompetente" y entiendo que se puede aplicar tanto al personaje como al director/guionista.
Por cierto, ¿ha vuelto a rodar algo este manta?