por Corleone12 » 30 Nov 2012 03:34
El principal problema de la película es que quiere ser grande por todos los medios. Y lo tiene todo para llegar a ese estándar de calidad suprema que ambiciona. Una novela cojonuda como base, un director con toneladas de talento, y uno de los mejores repartos que se han juntado en años. Y el resultado (casi por inercia) es una buena película. Dominik rueda como quiere, y ha aprendido a pasos agigantados, rodando una película que cuando más engancha es cuando explota la contención y el clasicismo, sin dejar a un lado truquitos visuales como esa cámara asida a la puerta del coche, que desmarcan y otorgan distinción estilística a la película. Mola menos cuando le da cabida a todos esos alardes esteticistas sin ningún propósito especial más que el de fardar. No creo que haga falta citar las dos/tres escenas a las que me refiero, que se pasan de artificiosas tres pueblos y son hasta contradictorias con la suciedad sobria que tan bien luce en tramos anteriores y posteriores. Pero donde se aglutinan todas las lacras son en un guión algo disperso y ultra-machacón, sin desmerecer, no obstante, su concisión y su diseño, de clara vocación alegórica. Los fulanos que mueven los hilos de la sociedad son un ente amorfo y vaporoso, pero contundente, que, sin mancharse las manos y siempre de manera subrepticia (Richard Jenkins mediante, en un papel enorme, as usual), marcan las reglas del juego, y mueven a sus peones para hacer el trabajo sucio. Pura mecánica capitalista que la película, de manera muy hábil, articula a través del guión y de la historia que ideó Higgins en los 70. Hablar del presente a través de los textos del pasado. Ahora bien, Dominik te quiere realzar y puntuar esa idea, y cómo se enlaza con la identidad nacional y la filosofía excepcionalista de Estados Unidos, cada cinco putos minutos, sin la menor delicadeza, diciéndote que ESTE es el MENSAJE, y hasta deformando a los personajes para encajar ese discurso (porque un asesino a sueldo, cuando le tocan la huevada, seguro que lo que le sale de manera más natural es mentar a Thomas Jefferson, claro). Desde el prólogo hasta las últimas líneas de diálogo, pasando por la utilización de las canciones, y todas las inclusiones en forma de televisión o radio de los discursos políticos de la campaña de 2008 están hechos de manera tan obvia, que me resulta imposible considera esta película como una cinta grande. Y la idea de usar los automatismos del cine negro como recipiente para la crítica social está de puta madre (no son poco los que ven el noir clásico como una representación de las disfunciones y desilusión social del país en la posguerra), pero esta película pide a gritos una reescritura que contenga sus ultra-subrayados, e incorpore esos puntos de vistas de manera más armónica y natural. Que sea, en pocas palabras, el subtexto de la película (porque en la peli está en boca de los personajes y en las imagenes de manera persistente).
En fin, que la película tiene momentos de grandeza y unos actores jodidamente excepcionales . Y coño, ofrece un mensaje muy sano de desconfianza hacia los mantras con que el poder nos pretende sedar. Ahora bien, a ver si llega otro director y en vez de usar martillazos verbales y visuales emplea el tacto y confía algo más en el espectador para desenterrar el significado por si mismo.
Nota: 7+/10.
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