Un claro ejemplo de película que podría haber sido mejor con un director que supiese cómo enfocar la historia. El problema es que el tono y el enfoque elegidos son contraproducentes. Si presentas a un chaval que tiene una crisis existencial y está solo, ¿por qué no intentas profundizar en ello, en las causas y en los sentimientos que tiene para que todo desemboque en esa apatía por la vida? Porque si te quedas en la superficie y solo pones canciones chulas y empleas un tono ligero, como disculpando su comportamiento muchas veces cretino y diciendo al fin y al cabo que es un tío guay y que deberías preocuparte por él porque es bueno bueno rematao, pues no. Lo que consigues es lo contrario, que te caiga mal por consentido y malcarado y borde. Al intentar obviar sus defectos en lugar de hacerlos más cercanos, solo consigues subrayarlos más de un modo artificial, como si todo fuese una pose. Tampoco ayuda que Freddie Highmore esté muy perdido sobre cómo explotar el personaje.
En el lado positivo, la relación entre este y Emma Roberts, que ocupa el tramo central del filme, sí que está bien desarrollada y tiene un par de momentos muy buenos. Ella sí consigue enfocar su personaje de forma adecuada (cada vez me gusta más esta actriz), y de paso consigue que Highmore encuentre algo de verdad en su personaje en la interacción.
Lamentablemente, la resolución del filme es bastante patatera y cobarde, un final feliz para todos que suena a impostado y tiene al menos una escena totalmente incoherente,
cuando él le declara su amor, ella se lo lleva a su piso y se enrollan, algo que difiere completamente de la dirección que había tomado su personaje.
5/10