Un curioso western a caballo entre el spaghetti y el western tradicional.
Charles Bronson da la talla como ángel exterminador y su cara de piedra le sienta francamente bien al personaje de Chato, aquí ya recuerda a su famoso personaje de justiciero de la ciudad que dos años después comenzaría a rodar con el mismo director que ésta película.
La película en sí es un "diez negritos" sin negros
, con un ritmo muy bien llevado y que no deja un momento de respiro, unos personajes que, aunque tópicos, están muy bien retratados y, en definitiva, una película de aventuras bastante bien llevada. Tampoco es que tenga ínfulas artísticas ni lo pretende, es simplemente un entretenimiento digno y ahí cumple con creces.
La historia en sí trata sobre la implacable persecución que un grupo de ciudadanos ejerce injustamente contra un mestizo y cómo sus valores morales se van degradando conforme se van asociando con unos cuantos personajes despreciables que los van arrastrando contra su volundad a realizar actos abominables. No es que sea un análisis psicológico profundo ni lo pretende, pero esta característica hace que los personajes adquieran cierta dimensión humana.
Bronson también tiene otra película bastante parecida a ésta donde era víctima de una persecución brutal por parte de unos tramperos, aunque allí el desierto implacable de Chato se transformaba en los desolados bosques helados canadienses. No recuerdo el título de aquella película, la verdad, pero tiene muchas similitudes con ésta.