Hombre, tampoco es como para un cero, es un intento (bastante patético) de imitar las películas de Tarantino, con muchos culos, tías buenas por doquier, tiroteos y motos a mansalva. Tiene un reparto de lujo, totalmente desaprovechado, porque esta película tiene un fallo muy gordo, y es el guión. Y ese no hay quien lo salve.
El director ha intentado imitar tanto a Tarantino que también ha poblado su cinta de montones de flashbacks. Pero claro, para que eso funcione, hay que tener cierto talento en la sala de montaje, y este tipo no lo posee en absoluto. La narración es caótica, avanza a trompicones, carece de ritmo, a pesar de ser una película de acción (y mucha, además), todo parece transcurrir a un ritmo leeeeento, leeeeento. Pero no es una lentitud al estilo de las películas asiáticas, donde son lentas porque la vida transcurre lenta. No. Aquí es lento porque el director es un inútil y no sabe imprimir el ritmo adecuado
. Esa parsimonia le sienta bien a Peckinpah o a Leone, pero hay que saberla llevar y dosificar. Y Bishop no sabe hacer ni una cosa ni otra, hasta el punto de que incluso contando con un plantel de actores espectacular los desaprovecha totalmente. Lo más gracioso es que el argumento de este western moderno es de lo más simplón: hay un asesinato y años después el hijo de la víctima busca a los autores para vengarse. Lo hemos visto diez millones de veces en multitud de películas del oeste. Pues bien, Bishop posee tal talento que para explicarnos esta tontería consigue liarla de tal manera que nos resulte difícil enterarnos de ello, quiénes son los malos, quiénes los buenos...
Pero bueno, obviando la parte mala, que no es moco de pavo, encantará a los aficionados a los moteros macarras y violentos, rodeados de bellezones con culos impresionantes, cervezas y revólveres de calibres imposibles, chupas de cuero, kilómetros de desierto, historias de venganza y tipos duros de los de verdad.
Yo le voy a cascar un 6.