por Villano » 15 Ene 2009 01:27
Tiene toda la pinta que cuando llegó el guión de esta película a la productora, debieron ponerse a pensar ¿quien podría dirigir una historia de una familia de clase media, que vive en una zona suburbana y que intenta ignorar su infelicidad para seguir dentro del sistema? ¡Claro! Sam Mendes, el que se hizo de oro con la película esa del tarao de las bolsas de plástico! Y es que esta película, aunque arranque de manera diferente, y esté ambientada 40 años antes, termina recorriendo los mismos senderos que la ópera prima de Mendes, con idénticos giros melodramáticos y la misma "crítica" al auto engaño que le hizo colgarse unas cuantas medallas de cara a la crítica, pero que al volver a repetir una jugada parecida diez años después, convierte a esta película suya en un ejercicio de redudancia de lo más estéril.
Una cosa que para mí potencia esa sensación de deja-vu es la puesta en escena de Mendes, exenta totalmente de estímulos: enervantemente clasicona, maquinal, cómo hecha con plantilla. Es una película confeccionada a partir de planos ya desnaturalizados y que ni por casualidad se sale un sólo milimetro de la grámatica cinematográfica de hace 50 (o más) años. Todo lo muestra de la misma manera, plano-contraplano, ahora primer plano frontal para parar la película y que tu sueltes tu réplica trascendental... uno acabo con la sensación que todo eso lo ha visto en otra parte y al final la película se hace insípida. A estas alturas no me vale que quiera compensar esa falta de imaginación e ideas con "grandes" actuaciones en su sentido más académico.
Mendes no ha hecho desde luego un trabajo fino con esta película ya que por un lado la propia historia termina siendo reiterativa por querer subrayarte cosas que ya se dejaron claras escenas atrás (principalmente el descontento del personaje de Winslet) y aunque de boca de algunos secundarios se te intente vender lo maravillosos que son los Wheelers, los personajes están tan poco desarrollados que en la pantalla no se aprecian esas dos caras que sobre el papel tiene el encantador y atractivo matrimonio. Tienen dos modos: o estresados o simpáticos y se acabó. Cuánta brillantez derrochada. La película también se toma la molestia en desviar la mirada del dúo dinámico para observar a otras parejas, pero inexplicablemente no aprovecha para hacer una crítica más amplia y jugosa sobre la sociedad del bienestar, Mendes está convencido que con levantarle las faldas al núcleo matrimonial americano ya tiene el trabajo hecho y de ahí que no le saquen. Nada de estresarse, va a opciones, lo pone todo en el nivel fácil y a correr. Si tiene que hacer que el personaje de Di Caprio progrese, lo conseguirá con una sola llamada de teléfono, ¿la Winslet ha de ser secretaria de la ONU? Pues nada, en una mañana te dan plaza, tu tranqui; y si los niños estorban para desarrollar las escenas, no problemo, que parezcan agentes secretos y que casi nunca estén en casa.
Lo único que me parece bien encontrado son las razones personales que finalmente generan el conflicto final, aunque no se llegan a ellas con demasiada naturalidad.
Ahora esperad un momento, estoy viendo algo en el horizonte. La pareja protagonista realiza unas interpretaciones impresioantes. Leo y Kate están fabulosos. ¡De Oscar! Están IN-CRE-Í-BLES. Pues no. Están bien pero no geniales. Ella peor que él. Winslet hace una actuación que ante la precisión de la de su compañero, la suya resulta demasiado calculada, que si ahora hago una pausita cómo para pensármelo, ahora pongo pucheros, exagero el desabrido... intenta darle demasiada intensidad al personaje de la ama de casa y lo hace con un motivo muy específico. Sólo le falta hacer un guiñito a la cámara y que suenen unos aplausos enlatados para dejar claro que EY, ESTOY HACIENDO UNA ACTUACIÓN OSHHCAR, lo véis amigüitos? O si no, que después de hacer alguno de sus grandes gestos afectados, le arrojen un par de rositas desde fuera de cuadro, que de eso su marido (el de verdad) entiende mucho. Si le caen más premios sin duda confirmará que este año la temporada está bastante floja. Ni en broma se acerca a su mejor nivel: su actuación en Juegos Secretos está como tres niveles por encima de esta chiflada. La película tiene un par de momentos de desatar el vocerío padre después de unas cuantas escenas hechas con tono queda y así parece que estamos viendo unas actuaciones de la jostia, pero que nadie se deje robar la cartera. No hacen nada que merezca la pena ser recordado después de unos pocos meses.
Veo válida esa de idea de la falta de honestidad con uno mismo motivada por las presiones sociales, pero eso ya no sostiene una película por si sola. Repetir el mismo chiste dos veces nunca me ha parecido algo particularmente gracioso. Aunque si a vosotros os encanta la película y os quédais con ganas de más, tranquis, que en un par de películas Sam Mendes hará una película que critique las hipocresias sociales de... em... Botswana. Me muero de ganas con solo pensarlo.