por Damned Martian » 24 Jun 2007 01:04
Hay dos formas de ver esta película: centrándonos solo en su historia, o en lo que la rodea. Si nos centramos en lo que cuenta, la película está bien pero no es la leche. Es una historia sencilla, contada con un ritmo algo irregular y con aventuras demasiado episódicas (a veces da la impresión de ser una adaptación de una serie televisiva, y en este sentido me ha recordado a la mítica Ulises 31, con la que comparte mucho temática, genérica y estilísticamente). Los personajes son simples y funcionales, y las escenas están resultas con bastante sencillez.
Ahora bien, si echamos la mirada un poco atrás y nos fijamos en el continente... entonces hay que subirle la nota sí o sí. La película es un festín visual, y no por su trazo (bastante primario y, en los rostros, estático), sino por todo lo que supone la creación de un universo entero de criaturas, mitologías y demás que pueblan la pantalla desde el mismo corazón de la historia hasta los rincones más anecdóticos de la misma. La fauna y flora del planeta Perdido, tan definida y bien caracterizada, oscilando entre lo más oscuro y tenebroso que habita los márgenes del bosque hasta lo más inocente y simpático que puebla el interior, parece una metáfora de la niñez a escala planetaria (un niño sólo y protegido en su burbuja de inocencia, atacada constantemente por la intrusión del mundo real, adulto); el planeta de la mente comunal supone un reflejo tenebroso y escalofriante de los totalitarismos tan efectivo como 1984, pero además con un componente religioso que lo hace tanto más ácido (la ceremonia para lavar cerebros, los soldados-ángeles sin rostro, anónimos por perder su voluntad) cuanto que lo hace una metáfora humanista (sólo la voluntad humana individual puede quebrar el sistema, dentro de cada ser sin alma yace un alma deseando escapar de su prisión pero incapaz de manifestarse); la situación del príncipe y el régimen, tocadas sólo tangencialmente, dan una impresión funesta y negativa de la política futura, con dos bandos enfrentados tan totalitarios y mezquinos los unos como los otros, con pensamientos "podridos"; y así todo: el planeta de Silbad, los alienígenas liberados, los gnomos telépatas, el comunicador capaz de doblar el tiempo... y por supuesto, el mayor enigma de todos, el mayor punto para dejar volar la imaginación: los Amos del Tiempo en persona. ¿Por qué ejercen su poder? ¿Cuáles son sus fines últimos? ¿Son amigos o enemigos? ¿Qué clase de seres son y por qué tienen esos adeptos humanos siguiéndoles? Son como los dioses de este universo, caprichosos en su omnipotencia.
En fin, una película para deleitarse en los detalles si no acabas de pillarle el punto (que lo tiene) a la propia historia. Prefiero El Planeta Salvaje, que está mucho más centrada en su caudal imaginativo, pero esta también es sobresaliente. Es una pena que René Laloux sólo tenga una película más.
8/10
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