por Villano » 22 Jul 2008 22:54
Después de ver Prométeme, una cosa me ha quedado bien clara y es que a Emir Kusturica le encanta innovar. Una vez, para ser más concretos. El resto de su filmografía trata sobre la reiteración de un tipo que creyó hallar su sello autoral y que en cada nueva película que hace pone los mismos ingredientes en la coctelera. Un comodón del copón, vamos. No creo que sea éste un imperdonable pecado, lo que en cambio si me toca las pelotas es que esta vez (la primera que pago por verlo), con la excusa de crear una película ligera, se limite a escenificar gags típicos de tebeos de hace 40 años, una escena de amor infantil y luego se quede tan ancho. El humor de Kustu siempre ha sido de trazo grueso, pero por lo menos anteriormente tenía la delicadeza de que estaban más currados y además te colaban por ahí en medio alguna alegoría política/social que le daba más chicha al asunto y entre y lo otro se conseguían películas que te sacaban de los convencionalismos y de la monotonía borregil de las películas prefabricadas. En Prométeme se ha perdido toda la magia y lo único que se ve es a un director totalmente convencional, que hace gracia veinte minutos y después cae en una espiral de reiteración cansina de golpes, caídas, tetas y disparos que, sumada a su nula capacidad de sorpresa, convierte en misión imposible de divertirse de verdad con la película. No sé si es que este hombre se nos ha vuelto demasiado viejo y su ingenio ha perdido todo su empuje y por eso tira de los convencionalismos más garrulos del humor más zafío, pero está claro que en esta ocasión inspirado no estaba. Sólo hay que ver esta peliculita para comprobar esto que digo. A excepción de algun juego con el montaje para ver como abuelo y nieto recurren a las mismas tretas para mirar de mojar el churro, el resto es una película de imaginación nula, con gags que posiblemente hayas visto ya centenares de veces en otras películas, una historia de amor que no vale un pimiento, una trama que no engancha y un montón de escenas de relleno. Oh, originalidad.
A pesar de todo, la película es simpática y estéticamente generosa y colorida, pero a estas alturas no sé si eso es lo que un director con tanto nombre y prestigio a sus espaldas deba ofrecer. O quien sabe, si le echa cojones a lo mejor en su próxima película se atreverá a dar otro paso adelante y nos filmará otra de Pajares y Esteso, pero con música balcánica de fondo y algunos movimientos de cámara requetemonetes. Que se preparen entonces en Cannes, los Oscars y hasta en los Nobel.