Peliculón, peliculón
Argento es grande
Suena una musiquilla turbadora y curiosa. Observamos un plano horizontal al suelo. Al fondo, se esconden varios objetos: Una mesa preparada para el tentempié, un árbol de navidad con diversos regalos bien envueltos en su regazo, un tocadiscos y... una macabra silueta apuñalando una vigorosa figura. Rápida desaparición de dicha silueta, que se desvanece totalmente después de desplazarse hacía un rincón de la pantalla. Oimos un ligero estrépito para, a continuación, observar como un cuchillo ensangrentado cae al suelo, descubriéndose en primer plano. Contemplamos como dos sigilosos pasos, que muestran un atavio inusual, revelan un par de pies engalanados con unos blancos calcetines y unos negros zapatos. La imagen se funde en negro.
Después de un extraño preludio como ese, el maestro Argento empieza a desengranar nuevamente otra de sus macabras historias, recurriendo a múltiples de sus mayores virtudes, como podían llegar a ser el delicado y sinuoso uso de la cámara o esos decorados, en ocasiones tan minimalistas pero muy prácticos a su vez, haciendo que algunos de los detalles que el realizador italiano muestra, sean verdaderamente importantes para comprender los finales de algunas de sus enmarañadas tramas. Además, la banda sonora compuesta por el grupo Goblins es una maravilla y acompaña a la perfección situaciones y momentos, mediando como una de las mejores armas para el disfrute del espectador.
También posee multiples de los mejores valores del giallo, como son una agobiante y desasosegante atmósfera por momentos, así como algo agorafóbica durante otros, el típico ensañamiento en el transcurso de las muertes que se producen a lo largo de la cinta, el detalladísimo trabajo con los planos, jugando estos un importantísimo papel y ayudando a crear una ambientación notable o el plano subjetivo con el que se siguen constantemente las acciones que perpetra el asesino. Otro de los factores a destacar, es la característica que añade Argento, que suele convertir a personajes normales y corrientes en improvisados investigadores que, por curiosidad, morbosidad u otros menesteres, terminarán intentando llegar al fondo del asunto.
Luego, en último lugar, están las interpretaciones, que sin llegar a ser gran cosa, median notablemente con lo que vendrían a ser sus personajes, unos personajes a los que, en alguna ocasión, se les saca fabuloso jugo, ofreciendo instantes verdaderamente buenos, como algunas de las conversaciones que mantiene el protagonista, Marcus, con algunos de los demás sujetos que pululan por la cinta. Sin embargo, también existen contras, como el desaprovechamiento de la figura de Carlo, a la que se podría haber sacado más partido, y la interpretación de un par de secundarios, que no llegan a estar a la altura que deberian. En definitiva, un giallo muy sugestivo donde la realización del cineasta italiano sobresale por encima de cualquier otro parámetro conformando una historia de intriga y terror completamente disfrutable.
[ 8/10 ]