por Villano » 24 Ene 2008 00:11
Desde la pesadísima Muerte en Venecia, cada película que veo del amiguete Visconti la abordo con recelo, con miedo de encontarme con otro lardillo somnífero. Supongo que fue un mero infortunio ya que desde ésa he visto otras tres obras suyas y todas me han gustado, más particularmente ésta, Rocco y sus Hermanos. Al igual que en el resto de sus trabajos, Visconti despliega sus aires trágicos y épicos sobre esta historia de ecos neorrealistas que, a pesar de su evidente truculencia, consigue no caer en los excesos y empachos varios gracias sobretodo a la cuidada confección de sus personajes, la cuidaday bien ajustada psicología de éstos, al buen pulso narrativo (la película dura 3 horas pero la sensación es que dura mucho menos) y una dirección de portentosa elegancia, prácticamente aristocrática.
Aunque el meollo de la película se encuentre en narrar las desventuras de una humilde família de publerinos venidos a la ciudad en busca de fortuna, el marco de la historia está tan bien representado que también sirve para explorar con igual eficiencia una Italia con la posguerra algo más avanzada, pero a la que le costaba horrores superar su miseria, no en vano la pobreza se vive hasta en las escenas "teóricamente" de prosperidad. Pero lo cierto es que los desgraciados hermanos Parondi son el epicentro de la película y es en sus miserias dónde reside todo su poder. Aunque a buen paso, la película se toma su tiempo en llegar a su desenlace, lo curioso es que en vez de hacerse pesada, la película consigue así que poco a poco te vayas implicando en las miserias de estos hermanos y que éstas adquieran un aire vitalista y monumental, hasta que al final toda resulta tremendamente emotivo. Aunque dure 3 horas y se trate de un drama, lo cierto es que el desarrollo está tan bien engarzado que no deja la sensación de que se haya inflado a propósito para darle un falso aire de magnificencia, al contrario, lo cierto es que muy poco o nada sobra de lo narrado en la película, todo aporta algo: ya sean los combates de boxeo de Rocco, las historias que rodean a Nadia, los fracasos Simón, cada pieza del puzzle es necesaria para poder alcanzar la catarsis dramática final, que cae arrollando al espectador, ya que la percepción del drama es por ese entonces total. De lagrimones, vamos.
A la magnífica labor de guión también ayuda una soberbia ambientación (algo normal tratándose de Visconti), que consigue transportarte a los escenarios de la historia y unas interpretaciones muy logradas por casi todo el elenco, que no necesitan caer en gestos teatrales para que se sienta su desesperación, su dolor o su furia. Hay que destacar sobretodo a Alain Delon, que hace un papel de tontorrón buenazo, un poco alejado del aura de galán que le colgaron y Renato Salvatori, que a pesar de que le toca bailar con la más fea, consigue salir airoso de tan difícil trance ya que al darle a su personaje una humanidad tan transparente, consigue que en vez de ser el personaje más odioso del mundo sencillamente sea el más perdido, un tipo corto de entendederas, orgulloso y cuya tendencia a la vagancia es lo que consigue llevarle por los peores caminos. Girardot también está muy bien y en vez de parecer una chica ligera de cascos, vemos a una mujer que sabe que el romanticismo no es para ella y que se gana la manera de la mejor manera que sabe. La única que decepciona un poco es Claudia Cardinale, que no parece cómoda fuera de esa dulzura que habitualmente representa y que su representación de mujer pragmática y seca no le queda muy creíble.
Con esa gran talento para la confección de los planos (los tomados en lo alto de la catedral de Milán son antológicos), el acabado de la película es maravilloso y así esta dolorosa, dura, trágica y amarga película le queda además, exquisita, lo cual crea un curioso contraste entre forma y fondo. No soy un entusiasta de los melodramas, es más, es un género tan dado a los excesos sentimentaloides que me suele dar grima, pero cuando está tan bien llevado como es este el caso, merece la pena reverenciarla como la gran obra que es, una de las mejores películas italianas y europeas que he gozado en mi vida.