No es la primera vez (definitivamente tampoco la última) que se aborda el tema del cine dentro del cine, el recrear la filmación de una película, pero esta vez quizá sea la más perversa de cuantas he visto. Esta no quiere mostrar el glamour o los problemas financieros/artisticos que puedan surgir en el rodaje de una película, esta es una historia más personal y se mira hacia aquellos rodajes complicados con choques de egos y directores obsesionados con su trabajo que no reparan en medios para conseguir perfeccionar su arte. No es como en "La noche americana", el director que interpreta Harvey Keitel, Eddie Israel, parece un Lars von Trier o un Kubrick elevado al cubo que no tiene problemas ni remordimientos en dejar que las cosas se desmadren un poco o en presionar a sus actores para conseguir la ansiada autenticidad. Es ahí dónde se halla uno de los puntos más interesantes de la película: en lo bien que te sumergen en esa atmósfera opresora y asfixiante, lenta y oscura que primero existe en "La reina de los espejos" y luego atrapa a la pareja protagonista y finalmente al propio director. Sin embargo Ferrara no es David Lynch, no crea las átmosferas como el director de Mulholland Drive y uno no se siente realmente atrapado por ella, cosa que hubiese sido imprescindible para que la película funcionara de veras.
Abel Ferrara se vuelve a centrar en montar con sutileza las piezas de su puzzle para volver hallar su habitual inteligencia narrativa (*) y se recrea en su sobriedad dosificando al máximo sus escenas emotivas. Una película así de lenta requiere que sus personajes resulten creíbles e interesantes y en eso Nicolas St John tiene muy buena mano como luego volvió a demostrar en El funeral. Son personajes desquiciados, que procuran esconder sus inseguridades bajo una coraza pero que hallan su límite de resistencia tarde o temprano. Madonna sorprende haciendo una correcta interpretación (seguramente la mejor de su dudosa carrera como actriz) y tanto Keitel como Russo hacen dos buenos trabajos.
La historia, no obstante, podría haber dado para más. Es una pena que no se haya explotado mejor unos personajes así. Uno tiene la sensación que de un momento a otro tiene que llegar una escena desgarradora que finalmente solo llega a medias. Tampoco hubiese sobrado una explicación más clara del comportamiento de Eddie Israel, de como decide jugar con fuego. Si se hubiesen potenciado esos aspectos podríamos haber hallado una película desgarradora que finalmente se quedó a medias.
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Como muestra un botón: aparece Eddie Israel tirado en el suelo del baño y uno se pregunta que ha sucedido. Luego aparece James Russo con una pistola y dispara a la cámara, seguramente al personaje de Madonna, tal y como dijo que anteriormente haría y seguidamente recuerdas que la intención del persoje era matarla a ella y luego suicidarse. Entonces ves lo que realmente sucede: Keitel, que también se ha dejado llevar por la historia que estaba filmando, acaba haciendo lo mismo que su personaje principal, al cual ya había suplantado en alguna escena con Sarah Jennings.