por Villano » 06 Mar 2008 02:06
Qué grande era Truffaut cuando aparcaba esos excesos melodramáticos que hacían que sus películas cayeran en más de un bochorno, como es el caso de Diario íntimo de Adèle H., dónde las escenas románticas se ponían a la altura de la peor de las operetas y las escenas de ahogamientos son tan espantosas que podrían angusitar a un niño de 2 años (a uno de 3 probablemente no).
De haberlo sabido hubiese empezado por ésta, La Habitación Verde, que no será su mejor película, pero a mí me ha encantado. En parte reconozco que como no es su obra más afamada la he podido ver con una mirada menos inquisidora, pero de cualquier manera la puesta en escena está tan cuidada, es tan elegante y fluida que Truffaut consigue desplegar su talento y hacer que una películita que es más bien poca cosa realmente de la sensación de magneficencia con escenas como la de la primera visita a la capilla de los muertos, a la luz de las velas y con esa maravillosa banda sonora sonando a todo trapo, que es casi de catarsis. Truffaut narra esta historia con una sensibilidad extrema y consigue diseccionar las amarguras de Julien tal incisión que, sin hacer trampas, olvidemos que Julien es un tipo terco, abnegado y huraño y realmente resulte conmovedora su obsesión por el recuerdo de sus seres queridos ya fallecidos, pretendiendo así que no se pierdan en la nada y podamos compartir de manera sincera su particular tristeza. Eso, unido al gran partido que le saca a la banda sonora y a la fotografía, consigue que escenas como esa en la que Julien pasa la noche en la susodicha habitación verde, en la que aparentemente no pasa nada, contenga una fuerza arrolladora que impacte sobre el espectador y te llegue dentro con su modesta humildad.
Que Truffaut no es mal actor lo comprobé en La Noche Americana, aunque como tampoco hacía nada del otro jueves, no me llamó la atención particularmente. Aquí en cambio se adjudica el papel principal y justifica lo acertada de su decisión realizando una actuación soberbia, sabiendo expresar al mismo tiempo la dureza y el dolor que arrastra su personaje, eludiendo tonos afectados cuando se pone a hacer confidencias e incluso tierno en alguna escena con el hijo. Para mí ha sido él el gran hallazgo de esta película, pues lleva su peso con una soltura propia de un veterano.
La única pega que le encuentro a esta película es que la parte final resulta quizá algo forzada. Da la sensación como que cuando llevan 3/4 de película se dan cuenta que aún no se han definido hacia nada en concreto y de golpe deciden apretar el acelerador y por eso llegan a rozar esos susodichos excesos melodramáticos que a mí tanto me molestan. Pero se le perdona proque el viaje ha resultado suficientemente bueno.
De las vistas hasta la fecha, esta es mi película favorita de Trifó, un filme sereno, meláncolico, reflexivo, sobrio pero muy emocionante. Se la recomiendo a todo aquel que le quiera conocer de verdad.