Esta especie de ley tácita que hay ahora en el cine que dice que las películas han de tener forzosamente dos horas de duración como mínimo es un coñazo y como buen ejemplo sirve esta, "Las muñecas rusas". Dos horas son demasiadas horas para contar esta historia. Yo por lo menos tuve la sensación que en muchos ratos la película se me hacía larga y eso no es buena señal. Tuve la sensación que el relato vagaba de aquí para allá sin un rumbo claro, que lo mismo desenvocaba en un lugar como que podía haber ido a otro sin mejor motivo. También tiene partes que clamorosamente sobran, léase la parte del hijo de Martine, la parte de la madre de Xavier, etc... partes secundarias que no aportan absolutamente nada a la historia, había mucha paja. Me convenció mucho más "Una casa de locos", en los que el relato tenía mucho más pulso, más vida y sobretodo mucho más sentido del humor. Eso sí, lo que no se ha perdido es la capacidad para escoger buenas localizaciones, sobretodo las de París, rincones razonablemente bellos.
En general la película se deja ver y tiene pinceladas de humor muy curiosas, como por ejemplo cuando el personaje de Xavier se está tirdándose del rollo siempre aparece un otro yo suyo tocando la flauta, el momento en el que Martine cuenta a su hijo lo de sus príncipes o la crítica que dispara sobre los productores de cine que se dedican a machacar el trabajo de los guionistas en la escena en la que están reunidos Xavier y esos cuatro productores, que le sueltan frases del tipo "no temas a los tópicos", "queremos que esto sea como un regalo para el espectador", "por qué negarle ese placer al espectador?" que muestran esa capacidad que tienen los productores para arruinar las películas (que se lo digan si no a Ridley Scott y su reino de los cielos
).
Las actuaciones aunque me pese reconocoerlo la más destacable para mí es la de Audrey Tatou, que me cae como una patada en los huevos, pero tiene las escenas más remarcables de la película; sin embargo el fulano ese, Romain Duris, aunque en algunos momentos parece que ponga una cara de paleto más bien exagerada, también regala buenos momentos divertidos y no lleva mal el peso de la película.
Lo dicho, se deja ver, pero que nadie espere una pieza brillante del cine francés. Mucho mejor la primera parte, Una casa de locos.