el predicador escribió:Pero lo expuesto en Alemania, Año Cero no deja de ser rutina, tanto en la familia, en el vecindario como en el mercado y la ciudad derruida.
Parte de la rutina sí, pero no TODA la rutina, cómo quiere dar a entender Rossellini, que barniza cada palabra y cada pensamiento de desgracia total e irresoluble. Además, en la propia película aparecen otras familias, pero apenas sí se les da voz, son desdeñadas porque no son suficientemente miserables, cómo basándose en la creencia que sólo se puede llegar al espectador mediante la hipérbole. Desde luego no se debe dar la espalda al asunto, pero tampoco hace falta subrayarte el tema a cada minuto.
Lo que intento decir es que el punto de vista adoptado por Rossellini, si bien peca de manipulador, también pretende llegar al mayor número de espectadores con toda la contundencia posible.
Eso lo es que ya he comentado y no, no me vale que para llegar a más gente se deba recurrir a esa manipulación. De Sica no era tan tremendista y sin embargo sus películas no son ni menos populares ni menos dolorosas que las de Rossellini.
El mensaje de esta película parece ser algo así como cuidemos de esta generación de alemanes que ahora (en los 40 y 50) están creciendo entre ruinas y miseria y no tienen culpa de nada. Que no paguen el pato de sus mayores. Fenomenal.
Ahora bien, para convencerte de esa idea, Rossellini no sólo no se conforma con abordar un caso extremo, además intenta llevar el drama hasta la catástrofe forzando escenas contra la lógica interna de los personajes, con las que resta gravedad a la situación de la familia, a pesar que por otro lado se esté recalcando insistentemente su desesperación y su precariedad.
Lo del hermano Karl ya lo he comentado: una obstinación poco creíble.
Pero luego también está la hermana, que sale por la noche de fiesta para distraerse y pasar el rato. Conoce a oficiales y americanos y pasa de su jeta. En Crimen y Castigo la hermana de Raskolnikov se compromete con un tipejo sólo para que su hermano pueda acabar sus estudios. Eso es desesperación, como la que se supone que vive la familia de Edmund. Bueno, la de éstos nos la pintan incluso peor, porque su lucha es por subsistir, aún y así la hermana se comporta cómo si en realidad la rutina fuera menos extrema y cómo si no fueran necesarios los sacrificios porque existe una posiblidad de mejora que ella misma no conoce y que por supuesto la película no ofrece.
No me encajan las piezas, no hay en la conducta de los personajes auténtica desesperanza y miseria, sólo en sus diálogos, impuestos por el director. Rossellini pretende cargar todo el peso sobre el muchacho, pero le faltó veracidad en las situaciones y los personajes para que la emoción que tanto perseguía surgiera de manera espóntanea y natural.