En poco se puede mejorar una película tan cojonuda como
El vuelo del Fénix (1965), más allá del plano meramente técnico y de FX. Ni siquiera se nota el cambio de ambientación, desde el desierto del Sáhara original, hasta el Gobi del presente, cuyas posibilidades físicas y dramáticas resultan desaprovechadas por completo. El desierto de Gobi, como ya sufrió Marco Polo en sus propias carnes, pasa por ser uno de los lugares más peligrosos del mundo. Sólo por la noche el frío es tan intenso que ningún superviviente de accidente aéreo podría soportarlo sin la ropa adecuada. También es una zona famosa por sus espejismos, que dejan en pañales a los del Sáhara. Eso, unido al incesante rugido del viento y a los ruidos producidos por los animales autóctonos, enloquecería a la persona más cuerda.
En el mejor de los casos, la progresión dramática de este remake deja mucho que desear; mientras que en la película original de Aldrich, los escasos supervivientes van pereciendo uno a uno a manos del implacable desierto, aquí, la narración avanza a trompicones, y las escenas más brutales están rodadas como si se tratasen de videoclips, lo que neutraliza totalmente la sensación de claustrofobia que se pretende conseguir.
Por otro lado, el reparto del nuevo filme tampoco es para tirar cohetes: Dennis Quaid no es Jim Stewart, pero es que Giovanni Ribisi tampoco se parece en nada al ingeniero original, por mucho que se tiña el pelo de rubio platino. En el filme de Aldrich, ya de entrada, existía, por parte del pasaje, una desconfianza natural hacia este personaje y su origen germano. Desconfianza confirmada luego por la enorme vanidad del mismo y su enfrentamiento abierto con Stewart. Ribisi no se limita a subrayar vanidad, sino que también lo convierte en un sociópata homicida y masoquista, en una especie de duendecillo malévolo que, lejos del drama sufrido por los supervivientes, parece disfrutar con la situación.
El resto de intérpretes, Miranda Otto, Tyrese Gibson, Dr. House... ¡perdón!, quise decir Hugh Laurie, tampoco aportan nada y, en general, bajan el listón con respecto a la primera versión. Lo mejor, como ya he señalado más arriba, los efectos especiales del accidente aéreo y alguna que otra secuencia aislada bastante lograda. Lo peor: que estos remakes-fotocopia, cuyas únicas virtudes son las virtudes del original, ya aburren; tiemblo de pensar que en 20-30 años nos vengan con una nueva generación de remakes, el remake del remake, o algo asín