L.I.E.

[Staff CINeol]

Ficha


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[Villano]

Para mí, la principal cualidad de esta pelícla se encuentra en el como consigue sacar ternura de una situación potencialmente sórdida y putrefacta sin recurrir a trucos baratos o manipular infantilmente la situación para limpiarla y hacerla más bonita. Consigue hallar la belleza desde la honestidad y la coherencia, no nos camufla los vicios y las virtudes de sus protagonistas, nada es exagerado para intentar generar más impacto en el espectador... aún y con esas, al final, la película consigue ponerse... romántica.

No son pocas las películas que tratan el tema de los chaperos en ciudades pequeñas y la mayoria de veces se presenta de la manera más dura posible, como si intentara aprovechar la incomdidad que puede generar en el espectador medio para llamar la atención o simplemente generar polémica. Al principio parece que Cuesta va a tirar también por ese camino: nos muestra al muchacho desorientado, con una vida familiar frustrante, de destino incierto y también vemos a un pederasta sumergido en el vicio, por lo tanto uno piensa que es cuestión de minutos antes de que se llegue a lo mismo de siempre. Pero poco a poco, sin dramatizar ni deformar, la película te va mostrando situaciones más que posibles, se va transformando y haciendo gala de una enorme sensibilidad (tanto por parte de los acotres como del director) hallamos esas gotas de humanidad en medio de dónde no parecía posible y lo ha conseguido con una madurez digna de admiración. Es por eso que la película, aparte de bella, también consigue ser diferente y desmarcarse del típico modelo de película independiente yanki (o familia disfuncional o problemas relacionados el paso a la madurez), erigiéndose como una propuesta interesante e inteligente, una película que no aburre pero tampoco toma al espectador por idiota y le hará sentir pero también pensar (lo justo).

Aparte de esa inteligencia y esa sensibilidad mostradas, a Michael Cuesta también se le puede adjudicar una puesta en escena competente, que cuida a sus personajes y equilibra lo justo para que ni las actuaciones ofusquen el trabajo de dirección ni viceversa, erigiéndose así en un director que no se pierde en exhibiciones de ego pero tampoco tiene miedo a correr ciertos riesgos. Valdrá la pena seguirlo de cerca.

Y en cuanto al trabajo de los actores, ni que decir tiene que es sublime. Este es un puzzle en el que todas las piezas encajan y cumplen con su cometido, pero sería injusto no mencionar lo sensacionales que están tanto Brian Cox como Paul Dano. Dano consigue asumir la complejidad de su personaje y sacar afuera sentimientos tan encontrados como la fraglidad, la confusión y la curiosidad, harmónicamente, sin que desentonen con lo mostrado anteriormente, siendo ante todo convicente antes que vistoso, lo que viene a demostrar que aquel chaval introvertido y huraño de Pequeña Miss Sunshine ya llevaba años siendo buen actor. El caso de Brian Cox me ha recordado un poco al de Judi Dench en Diario de un Escándalo pues ambos tienen entre manos unos personajes incómodos, díficiles y perversos y consiguen salir airosos de del díficil trance a base de oficio y sobriedad y hacen que al final no los odies, que te los creas y, en el caso de Cox, que al final hasta tengas cierta sensación de comprenderlos (aunque sin justificarlos, claro). Eso es ser actor.