Lo más espectacular de las pelis de Van Damme siempre ha sido los patadones que daba este buen hombre en sus años mozos, capaces de tumbar a un caballo. En la que nos ocupa, aunque no escasean, se alternan con un número excesivo de armas de fuego, más propio de las pelis de Suache.
Otra (discutible) novedad es el desdoblamiento de Jean-Claude en dos hermanos gemelos, recurso un tanto pueril y dramáticamente irrelevante (Jack, el hermano de California, flirtea sin saberlo con la mujer de Alex, su gemelo criado en Hong Kong, instantes previos a que éste le de un tremendo cabezazo
) cuyo único atractivo se encuentra en multiplicar por dos el número de peleas y coces. Van Damme volvería sobre el mismo tema en la posterior (y bastante más conseguida a nivel de argumento y reparto)
Al límite del riesgo.
Por lo demás, un entretenimiento tan vistoso como vacío, repleto de escenas tronchantes: cuando uno de los malos le corta el cuello al barman... ¡con una espuela de su bota! El cacheo a la mujer de Alex por parte de la villana cañón; bollería fina
La llegada del mafioso elegante a la zona de combate vestido con un traje de camuflaje (!?!¡). O ese tremendo diálogo entre Jack y el tío Frankie:
(Frankie) - ¿Cómo piesas volver a California, idiota? ¡Estamos en una isla, al otro lado del jodido océano!
(Jack) - ¡Nadaré!
4/10, prefiero de largo estos divertimentos que basuras tipo
Jumper; con ellos, al menos, sabes a qué atenerte.