por Villano » 18 Mar 2008 00:32
Lo que me resulta más curioso de esta película es que, a pesar de ser una de sus películas más celebradas, representa el anti-arquetipo de una película de Bergman, es decir: extensa e insustancial (en comparación con el resto de la mayoria de sus películas) y es más sucesos que no de largos y plomizos monólogos metafísicos. En la que él creía que iba a ser su última película, a modo de epílogo, el maese trazó la historia de este chaval, Alexander, y su família, que era un poco la excusa para hacer el tour a través de sus temáticas habituales, pero que al estar compuesta de tantas piezas y pasar por tantas cosas, adquiere un aire enfático, de magneficencia y épico que la hace independiente y por eso, para mí, va un poco a contracorriente del habitual sistema de trabajo de Bergman, ya que lo suyo era escoger una temática y tratarla en profundidad y de manera directa, con los rodeos justos. Es decir, que cuando el jambo quería hablar sobre el matrimonio filmaba 'Una lección de amor', 'Pasión' o tantas otras; si lo que quería era despacharse a gusto sobre la pérdida de la fe, entonces rodaba 'Los Comulgantes', cuando quería divagar sobre las tortuosas relaciones paterno-filiales creó 'Sonata de Otoño' y así con el resto de su filmografía. Y aunque aparezcan reunidas todas sus temas habituales (el matrimonio, la fe, la familia, el universo femenino) y realmente no se adentre hasta las cejas en ninguna, no quiere decir que la película no aporte nada, pero todo rodea a la família Ekhberg (o cómo se escriba) y por eso se puede ver tranquilamente sin saber ni quien era Bergman y disfrutarla igualmente. La película posee una armonía interior que la ilumina entera, incluso en los momentos más tenebrosos. Y es que al nombrado aire épico que rodea a la historia, otro acierto es la ambigüedad con la que con la que escenifica los (puntuales) eventos sobrenaturales, con lo que consigue unos cuantos momentos impactantes, de sobrecogedora aura fantasmal propia de una película de terror que aún le da más sustancia al film de marras, a la que para parecer grande no le hace falta explicar historias particularmente extraordinarias/inverosímiles/sentimentaloides.
Y ni que decir tiene que a los que sí son habituales de sus películas, el primer acto les debería sorprender por la mirada nostálgica y afectuosa, casi candorosa, que se emplea para narrar la cena de nochebuena, que da lugar a momentos verdaderamente entrañables (el concurso de truños, la cadena humana que recorre la casa, la noche en la habitación de los niños, etc..), lo que sin duda sirve para contrastar con el otro segmento de la película, mucho más oscuro y amargo. No recuerdo en Bergman un tono tan vitalista y generoso, si acaso en Fresas Salvajes, pero aún y así se le notaba bastante más contenido. Pero por si acaso esta "salida de tono" pueda despistarle a uno, sólo hay que fijarse en el cómo está filmada la película para asegurarse de que efectivametne ésta es hija de su padre y encontrará otra colección de primeros planos rebosantes de expresividad y unos planos elegantes, limpios, cargados de feeling con los que se consigue crear esa atmósfera marca de la casa y que le da personalidad a la película a nivel visual, poder que, por cierto, aún adquiere más fuerza con esa portentosa fotografía del maestro Nykvist, que le aporta un colorido muy carismático a su aspecto.
Que me ha encantado, vamos. Haciendo un poco de recapitulación díria que es la que más me ha gustado por detrás de El Séptimo Sello y por delante de Fresas Salvajes o Sonata de Otoño y todas las demás. Me daba un poco de palo ponerme a verla y he estado postergando su visionado por temor a llevarme un chasco y encima a perder un montón de rato. Lo cierto es que todo el tiempo invertido se ha visto generosamente compensando. A pesar de cáracter recopilatorio, no me parece, paradójicamente, mala película para iniciarse en su cine.
Nota: 8/10.