Ayyy, pero qué bonita es la jubilación, sobre todo cuando los viejunos tienen la voz y el rostro de Katharine Hepburn y Henry Fonda, haciéndose arrumacos y carantoñas, pronunciando expresiones como "mecachis" o "viejo bobo", enseñando al jovenzuelo de turno (al que dan ganas de cortarle el pelo con segadora, por cierto) lo que es marchitarse con dignidad, con la cabeza bien alta. Una lástima que todo eso esté más visto que el TBO.
En esencia, se trata de un drama muy telefilmero, que desprende un tufillo a teatralidad que tira de espaldas. Por no mencionar la parte puramente 'reality', en que los Fonda, junior y senior, dirimen disputas tan reales como ficticias, adelantándose varios lustros al prestigioso
El diario de Patricia. Qué potito. Qué tipo más generoso el Mark Rydell este; alcanzar en una sola película lo que no consiguieron 30 años de tormentosa relación paternofilial. A buen seguro, el diccionario debe contener una foto suya al lado de la palabra "oportunismo".
No obstante, los meros aspectos cinematográficos están bien cuidados, sobre todo a nivel estético y de ritmo. La película casi nunca aburre, eso es indudable. El problema viene a nivel de conexión: si conectas con su candorosa sencillez, la disfrutarás muy mucho; si en cambio, como es mi caso, te parece estar viendo un manual del perfecto abuelete con residencia en Florida, lo mejor es que la cortes a los 15 minutos. Ten por seguro que en el metraje restante no va a producirse ningún giro inesperado. No es país para jóvenes