El problema del cine español no se encuentra en las subvenciones, sino en cómo son utilizadas. Me costaría mucho creer que la gente siguiera quejándose del tema, si el grueso de nuestro cine tuviera la calidad de
Te doy mis ojos.
Si hay algo que me gusta de esta película es su linealidad, su renuncia a jugar arbitrariamente con espacios y tiempos. Eso la sitúa, como mínimo, por encima de la anterior
Sólo mía, interesante pero muchísmo más maniquea. Por el contrario, la película de Bollaín se resiste a buscar malos y buenos fáciles; la cosa no va por ahí. Se trata, únicamente, de reflejar la vida cotidiana de gente corriente, de sus miedos y sus flaquezas, ante una situación tan tristemente célebre como el maltrato (no sólo el físico, sino tb el psicológico). Un simple vistazo, sin necesidad de recoger las etapas más importantes de la relación entre Antonio y Pilar, resulta más que suficiente para profundizar en la psique de maltratador y maltratada.
Por otra parte, como no todo ha de ser fagocitado por el drama, tb encontramos algunas escenas de terapia en grupo, que fácilmente podrían inducir a tachar la película de "cine social". Nada más lejos; la finalidad de estas secuencias, creo yo, es rebajar la tensión, introducir un poco de humor en la desoladora narración. Desoladora no por uso de efectismos o violencia sádica, sino por su apariencia de realidad. Tan real que a veces conmueve (como en el polvo reconciliador), y a veces asusta (Tosar y las tijeras en la cocina...)
El final, absolutamente desprovisto de artificios, también me ha gustado mucho. Y los bonitos exteriores toledanos, así como la banda sonora de Alberto Iglesias, terminan por redondear el conjunto. No me parece una obra maestra, pues algunas ideas, como la de...
...el terrible miedo que también siente Tosar, aunque completamente diferente...
podrían haber dado más juego. Pero resulta redonda, profunda, entretenida y muy poco maniquea. En definitiva, cine español... para gente que no le gusta el cine español.