por Villano » 25 Abr 2013 16:33
En ese libro-entrevista que Truffaut escribió, Hitchcock se declaraba totalmente descontento con el resultado final de esta película y no me extraña. Todo flojea en una parte u otra. A veces de manera deastrosa.
Durante buena parte de la película el estilo visual de Hitchcock salva los muebles, hasta que llega al juicio y aquello se convierte en un partido de tenis, una anodina concatenación de plano-contraplanos de lo más mecánica y desganada.
El guión avanza a tumbos. Ya sea como película de misterio, romance ramplón o melodrama para señoras con collares de perlas y sombreros con plumas, no se percibe la menor sensación de dominio sobre el material, se pierde demasiado el tiempo con las pamplinas del matrimonio de los cursis y cuando sale de eso no sabe qué dirección tomar, pierde mucho tiempo de manera estúpida y por eso en el juicio tiene que recuperar el terreno sacándose de la manga un par de hechos (el veneno del perro, el suicidio o el detalle del vaso) que huelen a recurso desesperado de última hora para poder salir del paso y forzar las cosas hasta el punto que es necesario. Ni el propio Hitchcock parece tener muy claro qué sucede en la noche del asesinato... ahora el vaso fue limpiado, pero eso antes no parecía tener importancia, luego ella está allá, después él no, pero tampoco ella, resulta que ella estaba enfurruñada, quizá él también... un cacao mental que debió costarle los últimos pelos de su cabeza. Y da la sensación que con la revelación de Jourdan en pleno juicio se pretendía dar un golpe de efecto, lo que resulta ridículo porque era algo que resultaba evidentes de mucho antes. Y puntos tan determinantes como la caída en la obsesión neurótica del abogado cursi no están bien edificados. Confía demasiado en la apariencia, que el espectador quedará convencido de las infantiles emociones del personaje porque también a él o ella la acusada le parecerá muy, muy guapa y se meterá por las buenas en el juego, no porque en la pantalla ocurra algo que justifique una obsesión tan inumadura e impropia de alguien que ya peina canas. Y esa es otra, la actuación de Alida Valli es estólida hasta el desespero. La he visto en películas de Pasolini, Visconti o Antonioni, dónde ha hecho actuaciones más o menos decentes, así que, sin tampoco ser la Magnani, sé que era capaz de ser algo más que una cara bonita que lucir en la pantalla, pero en esta película eso no parece ni remotamente posible.
Y decir que los personajes resultan detestables es quedarse corto. Por un lado está la esposa (una arrastrada), por otro el abogado idealista (cursi, ñoño y finalmente empalagoso hasta lo irritante), también la amiguita de la esposa (una metomentodo y con una vida social tan excitante como la de un ficus), el ayudante francés (blandengue como un pre-adolescente mimado) o la esposa del juez (borderline o casi) toman buena parte en una colección de pusilánimes y pasivos agresivos sacados del Olimpo de los mindundis. ¿Con esta película en el fondo Hitchcock quería hacer su testamento para con Inglaterra, un testamento lleno de rencor y caricaturas corrosivas contra los ingleses? No sé, aunque así lo parece. El único que pinta un poco interesante es el juez que interpreta Laughton (que por su talla manatí y su aire burlón casi podría pasar por trasunto del propio director) pero ni ése salva porque también tiene su cuota de mediocridad gracias a esa innecesaria escena de la insinuación a la eposa del abogado cursi. Y es que encima que desde el guión se les pinta como bobalicones, además están interpretados sin dar pié con bola.
No sé si es que Hitchcock tuvo a Selznick demasiado en la chepa, manoseó demasiado el montaje final cortando planos que sobre el papel parecen brillantes y encima no consiguió nada de lo que necesitaba, pero desde luego no le veía tan fallón desde "Recuerda". Visto lo visto, está claro que hizo muy bien en rescindir su contrato con Selzcnick y mandarlo a tomar por culo.