No sé si será por culpa del doblaje macarrónico, de la copia en VHS guarro, o porque la peli en sí misma resulta verdaderamente cansina, pero me he llevado un chasco de los gordos. Lo que está claro es que, en una historia a priori de fantasmas que dura 95 minutos, mostrar al espectro de marras a partir del minuto 80 no me parece buen negocio.
Seguro que ha tenido influencia en el cine posterior, eso no lo discuto, aunque existe una circunstancia en su contra bastante inquietante: si en 1950
Rashomon descubrió la cinematografía japonesa al mundo, y esta película sólo tardó 3 años después en llegar y ser alabada, ¿resulta descabellado pensar que el motivo de su éxito, de su leyenda, se encuentra en haber sido realizada en el momento oportuno? Porque vamos, se me ocurren ya no sólo películas niponas MUY superiores, sino incluso películas niponas del mismo género que le dan sopas con hondas. Desde la monumental
Kwaidan (AKA "El más allá"), hasta la reciente
The Ring.
Narrativamente es muy convencional; técnica y visualmente, también. Habrá a quien le guste esta historia sobre ambiciones desmedidas, frustrantes desengaños y reivindicación de lo cotidiano frente a las ansias triunfalistas, pero personalmente no me ha llegado. Esas metáforas sobre la avaricia, mal que le pese a Mizoguchi, a día de hoy resultan demasiado obvias. Eso sí; no me he aburrido demasiado (salvo quizá por la parte en casa de la princesa). El cine oriental, aún cuando decepciona, sigue poseyendo una fuerte carga de exotismo, auténtico manjar para los cinéfilos
Hala, por mi parte, un 5 pelao.