Me ha gustado a medias, ya que por un lado me parece que se introduce con coherencia en la cotidanedad de una serie de personajes de lo más creíbles (a la vez que bastante insípidos), pero que se embarcan en unas situaciones que tampoco me dijeron gran cosa. No he conectado con la película y menos aún cuando el poco interés que genera al principio no consigue consolidarse a medida que se desarrolla la película. Esa historia del padre que vuelve después de una fuga en misteriosas circunstancias no me resulta nueva, lo único que me ha resultado curioso de ver y que me haya aportado algo nuevo es esa mirada interior de los judíos argentinos, algo que ya me era algo familiar después de leer '
Una vez Argentina' de Andrés Neuman, pero que tampoco es que me matara de la curiosidad.
Pero, a pesar de su sobriedad y de su coherencia, también tiene un par de cosas bastante rídiculas, puériles, como cuando
Ariel descubre a su padre en la carrera y comienza a correr como si de Forrest Gump se tratara y luego vuelve a repetir la misma juagada (como si se tratara de un buen gol que merece ser visto por segunda vez) cuando se cita con su padre
Los actores muy naturales, todos bastante correctos, pero técnicamente a mí me ha llegado a tocar las pelotas con tanta cámara al hombro, tanto zarandeo del objetivo y tanto filmar cogotes. No soporto a estos directores que creen que el vanguardismo consiste en intentar marear al espectador.