Tercera película que veo del tándem Anthony Mann-James Stewart y segundo chasco mayúsculo consecutivo, después de la estupenda
Horizontes lejanos y la decepcionante
Colorado Jim (originariamente titulada
La espuela desnuda).
Tierras lejanas amplifica las incongruencias y los tópicos de esta última, presentando nuevamente a un héroe de lo más inverosímil, Stewart, tanto por su cándida apariencia como por su manera de actuar. Se trata de un cínico amable, cuyo pertinaz individualismo parece estar impuesto a regañadientes, mientras que el resto de personajes (el adorable vejete Walter Brennan, la chica ingenua, el carismático cacique, el compiche sádico, la mujer fatal...), no lo tienen mucho mejor.
A lo largo de 90 rutinarios minutos, recorremos los lugares comunes del western más clásico y rancio, desde el típico vapor de río, pasando por caravanas a través de las montañas, hasta las codiciadas minas de oro pertenecientes a colonos aislados del mundo exterior. Todo ello aderezado con poca o ninguna lógica (inexplicablemente, las dos féminas caen rendidas a los pies de Stewart, cuando está claro que su personaje resulta homosexual), consiguiendo enturbiar el producto hasta hacerlo anacrónico y trivial, desprovisto de casi ningún interés.
La trama, vista una y mil veces, apenas consigue mantener nuestra atención, salvo en algunos momentos aislados, como...
...el asalto a la balsa en que Brennan y Stewart tratan de escapar, o la estupenda escena en la que el redimido pistolero consigue recuperar la movilidad de su mano herida.
Resumiendo; película muy decepcionante que seguramente agradará a fans acérrimos del género. En cuanto a mí, se me han quitado las ganas de conseguir
Winchester 73 y
El hombre de Laramie. Tiempo al tiempo...