A veces puede quedar exagerado y desmedido decir que x fulano es el mejor en yo que sé que campo del cine. Normalmente se suele (suelo) usar demasiado ese tipo de afirmaciones tan tajantes. Pero en esta ocasión lo veo muy justificado. Adolfo Aristarain es un GENIO como la copa de un pino. Muy poca gente (por no decir que prácticamente nadie) habla con una expresividad y un lenguaje tan claros, fidedignos sinceros y consistentes sobre los sentimientos. Casi nadie sabe crear personajes que parezcan tan sumamente veraces, que posean la complejidad y la claridad suficientes como para que te los creas total y absolutamente. En definitiva, si Aristarain no es el mejor guionista de los últimos 30 años, poco le falta la verdad, porque su cine destila lucidez e inteligencia por los cuatros costados y en cantidades industriales.
Además en esta ocasión ha dado un salto cualitativo importante en cuanto a la técnica. De lo que le llevo visto, el look de sus películas era más bien casual, algo desaliñado. Visualmente eran correctas y poco más. Claro que ante esas historias que chorrean tal genialidad y honestidad a uno como que le daba un poco igual, pero aquí se nota una dirección mucho más cuidada y vistosa. Apoyada en una soberbia fotografía, Aristaráin demuestra mucho mimo a la hora de crear atmósferas íntimas y acogedoras. Sólo hay que ver la escena que da imagen el cartel de la película para ver ese cuidado por texturas cálidas o la tremenda elegancia con la que está rodada toda la parte flashback de la película. Denota un cuidado por las formas que hasta ahora parecía inédito en su repertorio. Si en la forma el tío parece haber hecho un esfuerzo por que la película le quede elegante y resultona, en el fondo hace lo que mejor sabe hacer: escribir guiones tan sólidos como emotivos. Es puro Aristaráin. Personajes cohesionados y coherentes, poso y calado incontestables y una historia hermosa pero contada con rigor, con experiencia, bajo el ojo de un tipo que encara los sentimientos de manera sincera y auténtica. Si bien la trama puede pecar de episódica o dispersa, creo que su desarrollo está justificado, porque de ahí saca un aire fidedigno totalmente puro, real al 100%. Aunque son muchas las virtudes de la película, yo me quedo con un discurso en particular, con una parcela concreta, porque es la que me ha llegado de manera más honda, la que me ha tocado la fibra sensible de verdad: NUNCA se ha descrito de manera tan sumamente genial, verdadera y honesta el amor de una madre, el sacrificio que hacen y lo bello e innato de ese sentimiento. Joder, es que hay un par de momentos relacionados con ésto, que creo imposible que alguien no se sienta conmovido, que no se le haga un nudo en el estómago o se le caiga una lágrima. Otra muestra más de la solidez con la que construye personajes Aristarain.
Dos intérpretes más allá del elogio y una banda sonora puramente argentina le dan el toque final. Una maravilla, un peliculón melancólico, bello y triste. Aristarain =
Nota: 8+/10
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