Pues otra gustosa superproducción con esmerados detalles que le confieren personalidad. Al principio toda esa mitología nórdica, el tema de la venganza como motor narrativo y en general el tono sombrío hace presagiar un apoteosis machirulo, conforme avanza la película se demuestra mucho más introspectiva y lo que antes parecía simple y director adquiere sombras hasta alcanzar cierta ambigüedad.
Es decir, sí, podemos verla y dejarse asombrar por su brutalidad, por lo gráfica que es ocasiones, ver a los tíos duros como gritan como bestias y despedazan y atraviesan a sus contrincantes, pero a final de cuentas la película no se deja llevar por todo ese virulento torbellino
Muy al contrario, cuando se destapan varias cartas, descubrimos que el difunto rey era más bien un poco tirano, la madre era feliz con sus segundas nupcias y su traidor tío en verdad tiene sus motivos e incluso en ciertos momentos demuestra sabiduría. Además que también es duro de pelar el cabrón.
Y cuando alcanzamos el último tercio los motivos narrativos y las motivaciones de los personajes ya no son de una sola pieza. Hamlet, perdón Amleth,
se deja llevar por una corriente, pero no por la razón.
La película de hecho recalca que él tiene la elección de obrar por el bien de los suyos o por la ruina de sus enemigos. En la escena del barco opta por cumplir la profecía, pero es algo de su elección, no sólo los acontecimientos. Y hace todo eso por influencia de su padre, por lo que así también comprendemos que no era un rey sabio y benevolente. Amleth era uno de los malos. El oscurantista y reaccionario salvaje
Y a todo esto, se nota no sólo un esfuerzo por remar a contracorriente de los tiempos, cuando se hace necesario retratar todos esas masculinidades fallidas de forma mucho más obvia y masticada. No me extrañaría que se la tache de fascistoide, pero si se observa detalladamente el conjunto de la narración es difícil admitir tal conclusión. Y también, disimuladamente, también replica a esas grandes series de fantasía épica, cargada de personajes anacrónicamente perfilados y una violencia desnaturalizada. Aquí lo violento es cruento y, francamente, no recuerdo un momento dónde la violencia resulte verdaderamente catártica.
Y qué decir de los visuales. Muy cuidados, en el momento menos esperado Amleth se sube a un tejado y de golpe un esplendoroso amanecer al fondo. Un movimiento de cámara que acompaña y una cuidada aproximación a un plano detalle, todo combina con elegancia y expresividad.
Así que, por lo que a mí respecta, recomendaría sin dudarlo disfrutar esta película en pantalla grande y con un equipo de sonido bien atronador para gozar de ese festival de hombres medio desnudos surfeando en testosterona.