Aronofsky en estado puro: pretencioso y pedante. Una mezcla de homenajes a Buñuel, David Lynch y hasta a la Birdman de Iñárritu en el montaje de escenas, con unos magníficos intérpretes perdidos en unos diálogos inanes durante un metraje excesivo rematado con uno de esos videoclips mareantes de escenas de caos que constituyen la firma de autor del director de "Réquiem por un sueño" y "Cisne negro".
Bardem es un poeta con bloqueo del escritor y en el altar de su creación está dispuesto a sacrificar todo lo que tiene - su casa, su dinero, su relación con su bella esposa - a cambio de la admiración de los críticos y la adoración de sus fans.
Como a
Sabio, me ha pasado que la película es tan estrambótica, repleta de escenas absurdas que no tienen justificación ninguna, que ni la evidencia de estar presenciando una alegoría evita perder el interés - un tramo del tercio central de la película lo pasé chateando por el móvil.
Los actores no están mal, pero los papeles son indefendibles. Jenniffer Lawrence está magnífica mostrando la incomprensión y la impotencia, primero, y la desesperación y el dolor después, pero la naturaleza alegórica de la cinta le impide actuar de una forma creíble - por ejemplo, montarle un pollo al marido y echarlo de casa, o irse ella con su madre. Bardem, el pobre, hace lo que puede, en un papel en el que francamente no queda claro qué debe sentir o qué debe pensar. ¿Ama a su mujer, o solo la necesita? ¿O tampoco? Ed Harris tose. Es todo lo que se puede decir de él. Michelle Pfeiffer llena la pantalla con su presencia, hipnótica, misteriosa y amenazante, en la que es la mejor actuación con diferencia, y eso que nada de lo que dice tiene puto sentido.
La metáfora se cierra como le gustan a Aronofsky: con la sutileza de un taladro neumático. Dicen de Nolan que explica las películas para tontos, pero a Aronofsky le gustan los consoladores recubiertos de lija. La sutileza y la delicadeza no son lo suyo, le va más el gore - de hecho, creo que podría ser un buen director de cine de terror sangriento. El tercio final de la cinta es una orgía de salvajadas e imágenes inconexas que muestran lo malvados y depravados que somos los humanos, porque sí, hasta el hastío del espectador, en parte por falta de empatía con los personajes.
Reconozco que la metáfora religiosa se me pasó por alto, en parte por no estar prestando mucha atención, en parte porque no está bien hecha. La metáfora real de la película es que a menudo los artistas son unos ególatras, dispuestos a sacrificarlo todo, particularmente cuando ese todo son los demás y no uno mismo, en el altar de su propio ego. Bardem es un poeta que está tan cegado por su propio ego, la importancia que se concede a sí mismo y a su propia obra, que pasa por alto cualquier otra causa y el sufrimiento que puede estar inflingiendo a los demás. Esa es la verdadera metáfora de esta película, quisiera Aronofsky hacerla o no. En cuanto a la alegoría religiosa que supuestamente pretendía hacer, no tiene ni pies ni cabeza.
Bardem es Dios, la casa representa al planeta Tierra/la Naturaleza y Jenniffer Lawrence... pues supongo que representa a Gaia, la Pachamama o algo así. Digamos que es a la biblia lo que Tauriel al Hobbit: un añadido que no pega ni con cola y solo sirve para empastrar la historia. En esta supuesta alegoría cristiana Dios no crea el Universo, sino que crea a Gaia que es quien a su vez crea la Tierra. Los seres humanos, aparentemente, se crean a sí mismos y son la inspiración para que Dios escriba cosas que inspiran a su vez a la gente (aunque no sabemos a qué, a la paz y al amor seguro que no). Eva está empeñada en que Gaia se folle a Dios para tener un hijo, cuya simbología se me escapa completamente, porque Lawrence no puede ser a la vez la virgen María, y los seres humanos se dedican a destrozar la Tierra hasta que Gaia, desesperada, acaba con el Universo - esa parte del Apocalipsis debí pasarla por alto. Como todo lo demás, no encaja, porque el cristianismo jamás ha sido una religión ecologista: "Sed fecundos y multiplicaos, henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal que repta sobre la tierra" (Génesis 1-28). Hace 5000 años la idea de destruir bosques vírgenes para plantar sembrados y exterminar las alimañas que se alimentan del ganado era visto como algo inherentemente bueno, obviamente. Pero no sería Hollywood sin meter algo de new age.