por Villano » 09 Dic 2007 13:39
Aunque se parecen tanto como un huevo a una castaña, después de haber visto Amic / Amat, no puedo remediar acordarme del L.I.E. de Michael Cuesta. No es que les vea el parecido porque en ambas un orondo veterano se encapriche de un chaval mucho más jovencito, el paralelismo que les veo es esa figura otoñal que desea al mancebo y al principio parece que ha de haber carne y luego deriva hacia algo más romántico y más profundo, en ambos casos el viejuno quiere dejar una profunda huella, hacerle también de maestro. La gran diferencia entre ambas quizá es que mientras que los personajes de Cuesta son muy creíbles, los de Ventura Pons lo resultan más bien poco. En ese primer encuentro entre Jaume y David en casa de Jaume, sin ir más lejos, la escena no consigue zafarse de su aire teatral y lo malo es que la puesta en escena no se aprovecha de esta condición y la actuación del habitualmente notable David Selvas queda acartonada, poco creíble, falsísima cuando suelta un "uy, qué lástima he perdido un cliente". Y cuando la escena deriva la violencia está rodada de tal manera que parece una parodia de escena de agresión, tanto que piensas... hombre, por lo menos rozale o acércate a un palmo! Lo que ha de ser una especie de superhombre, un personaje maquiavélico sumamente interesante resulta un malote de pega. Tampoco las escenas entre Rosa Maria Sardà e Irene Montalà tienen mucho fuste, no parecen llevar a ningún lado y tampoco me llega el derrumbamiento de esa supuesta mujer feliz. En general todas las historias prueban a tener una garra demoledora y dejar al espectador con los ojos como platos, pero les falta una última vuelta de tuerca, ya que en el fondo el guión tiene ese aire trágico pero sereno, profundiza con acierto en la herencia del pasado, consigue adentrarse con madurez en el tema de la muerte y el personaje que interpreta Josep Maria Pou posee un trasfondo de quieta meláncolia que le da cierto aire poético sin ponerse empalagoso. Pero es el único personaje bien confeccionado y bien interpretado a la vez.
Es loable el intento que hace Pons por hacer un cine enmarcado en un entorno que pueda resultar familiar y hacerlo con buenas maneras, sin querer resultar circense o complaciente con el espectador para así gustar más, pero para mi gusto le falta cohesión en esos aspectos (la dirección y las actuaciones) para acabar de dejar un bloque compacto y que uno sienta que si puede dejarse golpear tranquilamente por esa garra.