Por casualidad terminé viéndola con unos amigos en uno de los cabales de cine de Movistar. No la recordaba tan buena. Es de esas películas que se te quedan una par de escenas muy impactantes (oreja y Madonna) y el resto ni me acuerdo. Pero conforme la veía me di cuenta que no la había visto adecuadamente y que para nada le había sabido ver todas las virtudes.
Lo del montaje cronológico desordenado, que suponía que era un hallazgo de Pulp Fiction, en verdad ya está estupendamente bien ejecutado en Reservoir y además, cuando lo hace, consigue cambiar el sentido de buena parte de las escenas anteriores. En especial me ha gustado el flash-back gigantesco del infiltrado, como matiza y le da un nuevo trasfondo dramático inesperado al personaje, con meta-chistes del oficio de actor incluidos, además de añadirle un nuevo nivel de matiz a su relación de amistad con el personaje de Harvey Keitel. O que también que de repente se cuele una anécdota-digresión ahí en medio. Todo ello sin sentir que se está perdiendo el ritmo. Todo eso con lo que ya sabíamos: plano circular del desternillante diálogo, imagen icónica de los atracadores recorriendo en fila el callejón, detalles misteriosos como lo del globo naranja que se cuela en el cuadro y una visión irónica y sangrante de la violencia.
Quién sabe qué horrores pueden estar ocurriendo en otra parte mientras yo escucho tranquilamente por la radio una canción de, no sé, Bruce Springsteen. A lo mejor suena el Born to run durante una caza al hombre