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Crítica - Mamma Mia!

Poster

'Para pasar un buen rato'

06/08/2008 - Por Veerleen

(3/5)

Mamma Mia!
Director: Phyllida Lloyd
Intérpretes: Meryl Streep (Donna) / Amanda Seyfried (Sophie) / Pierce Brosnan (Sam) / Christine Baranski (Tanya) / Julie Walters (Rosie) / Colin Firth (Harry) / Stellan Skarsgård (Bill) / Dominic Cooper (Sky) / Philip Michael (Pepper) / Rachel McDowall (Lisa) / Niall Buggy (Padre Alex)
Duración: 108 minutos
Sinopsis: Sophie tiene un gran problema, a pocos días de casarse no sabe quién es su padre. Según su madre puede ser Sam, Bill o Harry... y la buena de Sophie decide invitar a los tres para descubrir la verdad. [...]
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Estreno en España: 13 de Agosto de 2008

CRÍTICA



Mamma mía no pretende más que hacer pasar un buen rato, aunque con más calidad y originalidad de la acostumbrada.

Resulta obligatorio empezar esta crítica con la frase que el New York Post dedicó al musical en su estreno y que se convirtió en su mejor slogan: “Dejad que os invada la alegría”. Y es que Mamma mía es sobre todo eso, alegría y buen rollo por todas partes (probablemente, demasiada para algunos). Para el que conozca el musical, la historia y los números son ya conocidos. Para quien no haya tenido la oportunidad de ver uno de los montajes teatrales más exitosos de los últimos años, lo único que hace falta saber es que no echará de menos ninguna de las más famosas canciones de Abba y puede que descubra alguna que tenía olvidada.

La trama se centra en la preparación de la boda de Sophie (Amanda Seyfried), una jovencita que ha crecido criada por su madre Donna (Meryl Streep) en una pequeña isla griega. Su única preocupación antes de la ceremonia es quién la llevará hasta el altar. La solución: invitar a escondidas a sus tres posibles padres a los que su madre no ha visto en veinte años. El romántico Sam (Pierce Brosnan), el elegante Harry (Colin Firth) y el aventurero Bill (Stellan Skarsgard) no saben dónde se están metiendo al aceptar la invitación.


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Con semejante reparto, la verdad es que da igual de qué vaya la película para tirarse a la piscina, y desde luego no defrauda. Y sí, ¡todos los actores cantan y bailan ellos mismos! Y con un resultado sorprendente. Cuando otros actores con su experiencia se repiten una y otra vez, Meryl Streep no ha perdido la capacidad de sorprender y de reinventarse sin parar. Si en El diablo viste de Prada, una comedia romántica que podía haber pasado inadvertida, consiguió una nominación a los oscar, en Mamma mía se rebela como una excelente cantante (había cantado en otras películas pero nunca participado en un musical) y sin duda demuestra su sentido del humor. Por encima de la edad y de la belleza, no le importa lo más mínimo aparecer poco atractiva o glamurosa, lo que se nota es que se lo pasó como una niña saltando y danzando. De hecho, todo en Mamma mía transmite esa sensación de buen rollo que, al parecer, inundó al equipo durante el rodaje.

En cuanto a los tres hombres de Donna, Pierce Brosnan es quizá el que sale peor parado en las secuencias de canto, pero compensa con su encanto. Stellan Skarsgard aprueba y Colin Firth destaca en los números musicales pero sigue repitiéndose en el mismo papel de Bridget Jones y Love Actually; el inglés estirado y serio pero tierno.
La parte joven del reparto la encabezan Amanda Seyfried y Dominic Cooper, la pareja feliz, y el trío de veteranas que lidera Donna se completa con Christine Baranski (Tanya) y Julie Walters (la señora Weasly de Harry Potter), divertidas pero demasiado exageradas.
Lo que hace que la historia funcione es la mezcla que se consigue entre las canciones de Abba: las más sencillas y tontorronas de sus primeros años (que sirven para los momentos más alegres de la cinta) y las más complejas y profundas del final de su carrera (perfectas para los momentos más reflexivos). Y tras ellas, un excelente grupo de cantantes y bailarines, muchos de ellos sacados directamente del propio musical de Broadway.

Pero de lo que más se beneficia Mamma mía al pasar a la gran pantalla es en el uso de los increíbles paisajes de las islas griegas como fondo de la historia. Aunque la directora Phyllida Lloyd (también directora de la versión teatral) no se arriesga demasiado, las localizaciones repartidas por el archipiélago griego dan a veces el toque extra que falta a los números musicales para terminar de escapar del teatro. Con actuaciones a veces ñoñas, otras tiernas y algunas ridículas, especialmente en la primera parte de la película, la cosa está apunto de escaparse de las manos, pero según pasan los minutos, va remontando para acabar con buena nota.

Prohibido marcharse de la sala sin ver las “actuaciones extra”; desde luego memorables y muestra clara de que a ninguno de los actores le falta sentido del humor. Reflexiones sobre el amor, la vida, las oportunidades perdidas y los amores fracasados o recuperados, Mamma mía no pretende más que hacer pasar un buen rato, aunque con más calidad y originalidad de la acostumbrada. Si algún espectador no sale del cine con una sonrisa, al menos tendrá que reconocer (aunque le pese) que ha tarareado las pegadizas canciones del grupo sueco y puede que más de uno vuelva a casa con ganas de desempolvar algún viejo vinilo.

 

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