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Crítica - El Último Asalto (2007)

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'Reflexión sobre la importancia de ser fiel a uno mismo'

02/04/2008 - Por Luis V.V.

(3/5)

El Último Asalto (2007)
Director: Rod Lurie
Intérpretes: Samuel L. Jackson (Champ) / Josh Hartnett (Erik) / Kathryn Morris (Joyce) / Dakota Goyo (Teddy) / Teri Hatcher (Flak) / Alan Alda (Metz) / Rachel Nichols (Polly) / David Paymer (Whitley) / Ryan McDonald (Kenny) / Harry J. Lennix (Satterfield Jr) / Peter Coyote (Epstein)
Duración: 111 minutos
Sinopsis: Al salvar a un vagabundo, Erik descubre que tras esas ropas andrajosas y ese aspecto descuidado se oculta la figura de una vieja gloria del boxeo llamada Champ. La historia de ese hombre le hace pensar que le podría servir tanto [...]
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Estreno en España: Pendiente
Nota I.M.D.B.: 7,3/10 (1687 votos)


CRÍTICA



El último asalto. Reflexión sobre la importancia de ser fiel a uno mismo.

En El último asalto, la nueva película del director de origen israelí Rod Lurie (“La última fortaleza”, “Candidata al poder”), Samuel L. Jackson da vida a un boxeador que, con el paso de los años, se ha convertido en un indigente. En su camino se cruza un periodista deportivo (Josh Hartnett) en busca del artículo que le catapulte a la fama: escribir sobre la vida de esa leyenda del boxeo, de su ascensión y de cómo cayó en el olvido, incluso dado por muerto. Partiendo de esta premisa la película plantea una interesante reflexión sobre varios temas. Por un lado se nos plantea una reflexión entorno a la (cada vez menos frecuente) ética periodística. En la película se intenta mostrar al espectador la delgada línea que separa la verdad de la manipulación de la misma. Se le da vueltas al tema de si es legítimo o no llevar adelante una mentira, aún siendo conscientes de la misma, sólo por el hecho de conseguir lo que se quiere, a costa de pasar por encima de los supuestos pilares sobre los que se asienta el periodismo. La segunda reflexión que provoca el film tiene un carácter más profundo y personal. En El último asalto, Rod Lurie intenta plantear el conflicto que surge en cada persona a la hora de plantearse quién es en realidad. A la hora de saber cómo es uno mismo, aceptarlo y ser fiel a esa forma de ser. A no tratar de ser una persona que no se es. En definitiva, a ser nosotros mismos. Es verdad que esta idea no es original de esta película y que ha sido tratada en infinidad de ellas, pero no por ello deja de ser menos destacable.

Y es que pese a que este tema, como se acaba de comentar en el párrafo anterior, ha sido tratada por el cine en muchas ocasiones, la estructura del guión de esta película hace que no resulte tan evidente. No se plantea esta reflexión desde el principio, ni mucho menos. Poco a poco se va dejando ver esa idea. Va evolucionando a medida que la historia, y los personajes, lo van haciendo. Así, la reflexión va surgiendo en el espectador prácticamente al mismo tiempo que lo hace en los personajes. Y es que, en efecto, se trata de una película cuyos personajes tienen un gran desarrollo, lo que nos que permite entenderlos mejor y crear esa mencionada reflexión. Además no es, como ocurre en otras determinadas ocasiones, gratuita. La forma en la que está estructurado el guión, y sus puntos de giro, provocan, que resulta creíble y cercana. Se trata, por tanto de una película con apariencia de biopic de estrella venida a menos, pero es más que eso. Las reflexiones que se pretenden plantear y la evolución de los personajes la dotan de mayor consistencia. Cierto es también que, en algún momento, la película adolece de ese gusto por conseguir llegar a la fibra sensible del espectador, por coger la vía rápida para conseguir la emoción del espectador.

Los papeles protagonistas corren a cargo de Samuel L. Jackson y Josh Hartnett. El primero, actor consagrado en la industria, que lleva a cabo una buena interpretación del campeón venido a menos, vagabundo y un poco fantasioso. Papel en el que se encuentra como pez en el agua. Josh Hartnett, por su parte, en un papel más adulto. Intentando encontrar su sitio en la industria, compaginando películas dirigidas al gran público (estrenó hace poco “30 días de oscuridad” ) con películas más profundas y complejas (se puso bajo las órdenes de Brian de Palma en “La dalia negra”). Los dos arropados de unos secundarios que cumplen bien su función.

Una película recomendable para aquellos que quieran pasar un buen rato, sin complicaciones aparentemente pero a los que también les gusta una pequeña reflexión, en este caso sobre la importancia de ser uno mismo. Una película que no quedará en la retina de los espectadores durante toda su vida, pero que captará su atención y entretendrá.

LO MEJOR: Que plantee una reflexión.
LO PEOR: Que, en algunos momentos, busque la lágrima fácil.

 

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