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Crítica - Seda

Poster

'Nada nuevo'

11/03/2008 - Por johnforhereyes

(2/5)

Seda
Director: François Girard
Intérpretes: Michael Pitt (Hervé Joncour) / Keira Knightley (Hélène Joncour) / Alfred Molina (Baldabiou) / Koji Yakusho (Hara Jubei) / Sei Ashina (La Muchacha) / Kenneth Welsh (Alcalde Joncour) / Miki Nakatani (Madame Blanche) / Callum Keith Rennie (Schuyler) / Mark Rendall (Ludovic Berbek)
Duración: 110 minutos
Sinopsis: Hervé es un joven soldado francés en la Europa del siglo XIX, que abandona el ejército para casarse con su amada y trabajar en la próspera industria de la seda para un empresario llamado Baldabiou. Su cometido es viajar a otros [...]
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Estreno en España: 19 de Marzo de 2008

CRÍTICA



“Seda” (Silk), con Keira Knightley y Michael Pitt como eje y atracción principal, es el nombre del nuevo material de François Girard, director responsable de la por muchos recordada y admirada “El violín rojo”, estrenada cuando corría el año 1998. “Seda”, en esta ocasión, es la adaptación, por parte del propio Girard y del desconocido Michael Golding, de una novela de Alessandro Baricco, escritor que trabajó en cine en el guión de la agradable y emocionante “La leyenda del pianista en el océano”

Cuando la ópera prima de un director adquiere prestigio y renombre, éxito, y éste deja pasar años antes de volver a construir un nuevo film, la segunda obra siempre llega envuelta en una suerte de halo mágico, subida en un pedestal de prejuicios que hace que el espectador sienta las expectativas aumentadas, desbordadas en exceso cabe señalar. El hecho de que Girard haya actuado de esta manera atraerá a muchos amantes del cine de autor a las salas; si no, el cartel promocional de la película, donde Pitt y Keira aparecen dándose un romántico achuchón mientras allá, en el fondo, se baña una joven asiática frente a unas montañas que evocan el paisaje japonés, hará el resto atrayendo a aquellos espectadores y espectadoras que conocen a Keira y les gusta las historias que catalogamos con la etiqueta “de amor”.

Lo que “Seda” propone no es nada original, pero realmente parece que tampoco pretende serlo. Girard nos cuenta una historia de amor ambientada en el siglo diecinueve, y como mandaban los cánones literarios más estandarizados, más generales, aquellos que llegaban más rápidamente a la gente para su ávido consumo en este siglo, nos ofrece un folletín rosa puro, una suave historia deudora de tópicos totalmente recurrentes en nuestra tradición folletinesca, en definitiva, una historia de amor y desamor, de sufrimiento, celos, dudas, de pasión desenfrenada, una historia de esas que encajan perfectamente siempre y de esas que funcionan y gustan a la gente si los actores que interpretan a los amantes idealizados están a la altura aportando credibilidad y carisma suficiente, como lo estuvo Jude Law en “Could Mountain”, como sorprende Ryan Gosling en “El diario de Noa”, pero ni mucho menos como lo hacen Pitt y Keira en esta ocasión.

Si bien a Keira puede excusársele, pues su personaje tampoco es que permita lucimiento alguno, Michael Pitt sí que tenía en sus manos el poder haber aportado un carisma especial, ese carisma que por ejemplo desborda en pantalla cuando aparece Gosling en la película citada anteriormente. Pero Pitt es “monofacial”, expresivo pero constante en esa expresión, esto es, sus ojos dicen mucho pero empachan al espectador porque quedan siempre en un mismo “eje” de expresividad. La barba que le crece en los largos viajes que debe recorrer separándose de su amada es un recurso muy utilizado en esta película y que intenta hacer de su rostro un cuadro de adquisición de sabiduría, darle un toque de “agonía sentimental”, similar a la imagen del rostro con barba de Gosling o Law que recordamos en sus respectivas…Pero ni así consigue hacer creíble su personaje, un personaje casi épico por antonomasia al tratarse de un comerciante que viaja hasta el “fin del mundo”, un personaje que daría mucho juego en manos de otro actor, a pesar de lo flojo del guión. Sea como sea, Tom Cruise, quien también “viaja al fin del mundo” en “El último samurai” supera a Pitt con creces.

El único carisma por la parte interpretativa viene de la mano de Alfred Molina, personaje enigmático, emprendedor, que aparece poco pero que se convierte en una pieza esencial para el desarrollo de la historia; así como Koji Yakusho, a quien vimos en “Babel” como padre de la chica sordomuda y que en esta ocasión interpreta a Hara Jubei, lider y guerrero del pueblo japonés totalmente estereotipado, pero cumple su cometido en cuanto a su intimidadora presencia. Por último, es interesante destacar no el papel de la “muchacha” Sei Ashina, porque prácticamente no aparece en la película, sino destacar su rostro, su belleza, pues a partir de un plano inicial de su cuerpo semidesnudo, sólo tapado por agua, al principio del film la palabra “seda” adquiere una nueva semántica, un nuevo significado que arropará toda la película hasta el final.


(Más imágenes en su galería)



Hablábamos de carisma, y es que el carisma en esta película viene sobre todo dado por una fotografía hermosa, ya que se trata de un film donde el viaje y la distancia y la carga exótica que esto implica son otros protagonistas: el paisaje, la nieve, el pueblo francés donde habitan los Joncourt, el pueblo japonés, las aguas termales, las montañas europeas, rusas… se convierten en elementos que quedan grabados en la retina del espectador. Y lo mismo ocurre con la banda sonora, totalmente efectiva y, por qué no, aunque repetitiva en ocasiones con un tema en piano muy reconocible y que queda más o menos grabado en la memoria, bastante bella y a la altura de la belleza visual que el film regala.

“Seda” ofrece todo esto, y nada más. Bellas imágenes, actores sin carisma, una historia ya vista y típica. Estamos ante lo que podría ser una novela de Rosamund Pilcher puesta en escena, ante la escenificación cinematográfica de cualquier novela rosa comprada en un quiosco, con sus giros en el momento oportuno, con sus hermosos paisajes, con flores, jardines, amores incondicionales, con discursos cuidados y con muchos besos y abrazos y “te quieros” y “te echo de menos” por minuto.
Girard no ha aportado nada nuevo a la historia del cine ni tampoco ha podido mantener el nivel de su ópera prima, aunque tampoco parece haber querido conseguirlo.

 

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