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Crítica - Cometas en el Cielo

Poster

'Para no pensar demasiado'

05/03/2008 - Por johnforhereyes

(3/5)

Cometas en el Cielo
Director: Marc Forster
Intérpretes: Khalid Abdalla (Amir) / Homayoun Ershadi (Baba) / Zekeria Ebrahimi (Joven Amir) / Ahmad Khan Mahmoodzada (Joven Hassan) / Atossa Leoni (Soraya) / Shaun Toub (Rahim Kahn) / Saïd Taghmaoui (Farid) / Alham Ehsas (Joven Assef) / Ali Danish Bakhtyari (Sohrab) / Nasser Memarzia (Zaman)
Duración: 122 minutos
Sinopsis: Amir es un escritor afgano que vive exiliado en Estados Unidos. Un día recibe una llamada de un amigo enfermo que le insta a volver a su país. La llamada le hace rememorar su infancia, cuando compartía juegos con el joven [...]
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Estreno en España: 7 de Marzo de 2008
Nota I.M.D.B.: 7,9/10 (5009 votos)


CRÍTICA



Los asiduos lectores de novelas probablemente conoceréis la bella e intimista historia contada en la nueva película de Marc Foster (“Descubriendo Nunca Jamás, Monsterball…) “Cometas en el cielo” (“The kite runner”), adaptación de la novela y best-seller con el mismo título escrita por el afgano Khaled Hosseini quien, como Amir Jan, protagonista del film y del libro, debió abandonar Afganistán cuando los soviéticos entraron en Kabul.



David Benioff, escritor de la novela “La última noche” (“25th tour”) y responsable él mismo de adaptarla al cine, regalándonos junto a Spike Lee y el inconmensurable Edward Norton una de las mejores películas de la última década, es el encargado, de nuevo junto a Marc Foster tras haber trabajado con él en la irregular “Tránsito”, de llevar el libro de Hosseini al formato cinematográfico.
Marc Foster, Benioff y todo el equipo tenían entre manos ni más ni menos que el reto de recrear la ciudad de Kabul en los años setenta, lo que conlleva la expresión artística de una cultura concreta, lejana a nosotros en este caso, de mostrarnos un éxodo desde los ojos de un niño, de convertir el tiempo de una vida en un personaje más para que Benioff pudiera moldearlo a placer con la intención de que el espectador no notara ningún efecto negativo en el hecho de haber adaptado cuatrocientas páginas de una novela repleta de flashbacks y de recursos literarios relacionados con la estructura narrativa de la historia difíciles de recrear consistentemente en el cine. ¿Podríamos afirmar que se ha conseguido superar el reto?

La ciudad de Kabul en su máximo esplendor aparece representada en la película de manera gloriosa, magnífica, auspiciada por una fotografía realmente espectacular. Aquellos espectadores amantes de la imagen cálida, multitudinaria, colorida… simplemente estarán durante casi la primera hora de metraje con la boca abierta, disfrutando del espectáculo ante sus ojos, de esa ciudad que aunque no se trata de la verdadera Kabul pues debido a los destrozos bélicos y debido a la amenaza de los talibanes se tuvo que rodar en una ciudad de China fronteriza con Afganistán, sí que encaja perfectamente con la ciudad idealizada de la infancia, tanto del protagonista de la película como del escritor de la novela.

No sólo el lugar es una maravilla para nuestros ojos, sino que la gran cantidad de personas que pueblan la calle, los mercados, los establecimientos, los niños jugando y haciendo volar las cometas y la cámara de Marc Foster corriendo entre todo ese dinamismo repleto de energía, apoyado por una banda sonora de Alberto Iglesias que encaja a la perfección con lo que se aprecia, hacen de la puesta en escena y del ambiente del film algo para recordar y guardar en nuestras retinas.
Sin embargo, toda la excelente parte técnica, junto a la más que excelente idea de haber rodado la mayor parte de la película en idiomas como el Dari para Afganistán, variante persa que hablan allí, y el Urdu sobretodo en Pakistán, chocan totalmente de frente con un guión repleto de clichés, de tópicos, de giros argumentales que pueden parecer rebuscados y poco creíbles. Ocurre, por lo tanto, que lo que podría haber sido una épica cinematográfica se convierte en un gran mundo con una historia débil, aunque eso sí, muy hermosa, bella, tierna y repleta de valores que la hacen universal: el amor, la redención, el perdón…, en definitiva, esos temas que siempre gustan al espectador y al lector.

Muchas veces hemos tenido esa sensación que podríamos formular de la siguiente manera: “me apetece leer/ver algo que no me haga pensar demasiado”. Pues “Cometas en el cielo” es eso, es ese cine “storyteller” podríamos decir, “cuenta historias”, historias simples pero agradables, como si de un cuento para adultos se tratara, con sus tópicos y clichés como buen cuento, con grandes puestas en escena, con convincentes actores… Con elementos, al fin y al cabo, que nos gusta encontrarnos en ocasiones cuando nos sentamos en una butaca de cine.

Jonathan Alberti 5 de marzo del 2008.

 

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