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Crítica - No Es País Para Viejos

Poster

'Al servicio del mal'

01/02/2008 - Por Aleix Ortuño

(4/5)

No Es País Para Viejos
Director: Ethan Coen / Joel Coen
Intérpretes: Josh Brolin (Llewelyn Moss) / Javier Bardem (Anton Chigurh) / Tommy Lee Jones (Ed Tom Bell) / Kelly MacDonald (Carla Jean Moss) / Woody Harrelson (Carson Wells) / Garret Dillahunt (Wendell) / Tess Harper (Loretta Bell) / Barry Corbin (Ellis) / Stephen Root (Hombre que contrata a Wells) / Beth Grant (Madre de Carla Jean) / Myk Watford (Víctima) / Thomas Kopache (Dependiente)
Duración: 122 minutos
Sinopsis: Un cazador, ex combatiente de Vietnam, tropieza con unos cadáveres, un alijo de marihuana y más de 2 millones de dólares en metálico cerca de Río Grande. Este encuentro, lejos de ser dichoso, le acarreará graves problemas. [...]
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Estreno en España: 8 de Febrero de 2008
Nota I.M.D.B.: 8,7/10 (47990 votos)


CRÍTICA

Al servicio del mal



Los hermanos Coen, ganadores del reconocimiento de "genios" por una gran parte de los amantes del cine, dirigen esta película, a la altura de su mejor filmografía. Por supuesto, y se ha hablado mucho de ello, los directores han cuidado todos y cada uno de los detalles. Técnicamente, la película puede calificarse de perfecta, y no es de esperar que nadie lo discuta. La elección de planos, al servicio de la historia y de la grandiosidad del espacio que la abarca; el montaje, de esos tan perfectos que llegas a valorarlo por más absorbido que estés por la película... Y la fotografía, principalmente para el lucimiento del desierto, y el sonido, presentando el siseo del silenciador de una escopeta como el ruido más desagradable del mundo, y... Y tantas otras cosas.

Más allá de los aspectos técnicos, en el guión y los actores, las virtudes prosiguen... con matices.

El Salvaje Oeste ha cambiado. Sigue siendo salvaje, pero ahora és más violento, incluso enfermizo, y ya no quedan héroes. Han muerto y los que habían de remplazarlos se han hecho mayores. Es un mundo que ya no comprenden. Después de todo, no es un país para viejos.



El guión de los hermanos Coen es una adaptación de la que se supone un clásico estadounidense, la novela de Cormac McCarthy, de idéntico título. Aun sin haberse leído el libro, uno cree entender las reflexiones que encierra la obra en la que se basa el filme: el honor en un mundo demente, el cansancio de sentirse perdido en otro tiempo, el bien contra el mal, la desesperanza... En No es país para viejos, lo que importa son estas ideas, y el guión se arremolina en torno a ellas. De este modo, la historia de un hombre que encuentra un maletín lleno de dinero y huye con él es una excusa para todo lo demás. De hecho, la estructura narrativa de la película resulta algo excéntrica. Los personajes son retratados a la perfección con rapidez (aunque algunos de ellos se diría que no tienen repercusión en el filme, llegando, por ejemplo, a parecer el personaje de Woody Harrelson bastante innecesario), pero no se define tan clara y rápidamente de qué trata o hacia donde va la película. Durante la segunda parte, cuando el guión aun sigue haciendo de las suyas, mostrándose esquivo a la hora de concretar sobre qué trata, con qué personajes se queda y a dónde lleva, la narración puede llegar a molestar. Si a eso le añadimos la elisión de algunas escenas importantes, o un final que puede no parecer lo suficientemente conclusivo, nos quedamos con una película que, a algunos, quizás les parezca mal estructurada o descafeinada en ciertos aspectos. Es cuestión de ser capaces o no de empatizar con la narrativa del guión, que da media vuelta de tuerca al clásico "planteamiento, nudo y desenlace" y que, al menos, consigue no resultar demasiado previsible.

Al final, uno puede ceñirse al título (dan ganas de agradecer la traducción literal) como mensaje global de la película, a través del cual todo cobra mucho más sentido.

Pero hablar de No es país para viejos es hablar de sus personajes y, por lo tanto, de sus actores. Los tres actores, que se reparten a partes iguales el trabajo, Josh Brolin, Javier Bardem y Tommy Lee Jones, llevan el peso de la película y lo acarrean con muchísimo éxito. Josh Brolin acomete, con una interpretación sobria y veraz, su papel de hombre corriente y honrado metido en una situación extraordinaria. Tommy Lee Jones, por su parte, parece ser el actor vivo más adecuado para hacer el papel que tiene entre manos, casi como si fuera actor de una sola expresión y el personaje requiriese de esa expresión misma. Su interpretación de un justo sheriff hastiado es tan adecuada que resulta perfecta: su trabajo podría haber sido más brillante o más espectacular, pero eso no lo habría acercado más al personaje que interpreta.



La actuación de Javier Bardem es un caso aparte. Debe decirse que, juntos, Bardem, los hermanos Coen y McCarthy han creado uno de los psicópatas más impactantes, si no el que más, de la Historia del Cine. No resulta atractivo como podría serlo el Hanníbal de Anthony Hopkins, pero no me extrañaría que fuera igualmente recordado, y es sin duda más perturbador y terrorífico. Bardem interpreta a un sicario enloquecido, absurdo a pesar de las reglas que se supone que se autoimpone, casi vacío, casi sin personalidad, pero repleto de una energía que es fruto de ello precisamente, de su impersonalidad, de su aura de ente sobrenatural, desprovisto de humanidad y raciocinio. Una metáfora poco sutil de la violencia y la locura de la época en la que los personajes se encuentran, un personaje extraído de destilar la quintaesencia de lo que en teoría son los narcotraficantes y su universo de maldad.

Y Javier Bardem puede perfectamente con este personaje, en una interpretación que resulta genial. Eso es algo de lo que uno se da cuenta enseguida: en el primer plano del filme en el que se le ve la cara, el actor ya ofrece uno de los rostros enloquecidos más impactantes que se hayan visto jamás. A partir de ese primer momento, Bardem y su personaje no hacen más que llenar la película de tensión, terror y sangre, elevando la irritación del espectador a cotas insospechadas. Y sin duda, al salir de la sala del cine, será este asesino el que ocupe su memoria.

En definitiva, No es país para viejos es una grandísima película Coen. Tiene multitud de detalles marca de su estilo. El humor negro es una muestra, quizás algo contenido por el sufrimiento y la desesperanza que desprende la película, pero, en cualquier caso, incluso el asesino interpretado por Bardem se permite sus momentos divertidos. Una película de una factura técnica intachable, de un estilo narrativo interesante (que puede llegar a confundir) y con un guión contundente y unas interpretaciones realmente eficaces.

Una película que presenta a un psicópata que desde ahora mismo es mítico.

Id a ver No es país para viejos. Disfrutad de todos sus placeres. Disfrutada de las interesantes reflexiones y los personajes de la obra de Cormac McCarthy interpretada por los Coen. Sólo hay un problema: nunca volveréis a ver a Bardem en otro filme sin desear que muera.

 

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