Mataharis
Director: Icíar Bollaín
Intérpretes: Najwa Nimri (Eva) / María Vázquez (Inés) / Nuria González (Carmen) / Tristán Ulloa (Iñaki) / Diego Martín (Manuel) / Antonio de la Torre (Sergio) / Fernando Cayo (Valbuena) / Adolfo Fernández (Alberto)
Duración: 95 minutos
Sinopsis: Carmen, Inés y Eva son detectives privados, pero no llevan sombrero ni pistola, sino que hacen la compra, cambian pañales y tratan de mantener una pareja. Mientras trabajan desvelando secretos ajenos, las tres descubrirán que hay mentiras propias que no han [...]
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Estreno en España: 28 de Septiembre de 2007

CRÍTICA

Icíar Bollaín es una directora inteligente. Es más casi se puede extrapolar, aún sin conocerla, que es una persona inteligente. Aseveración ésta poco fiable, es cierto, pues me baso meramente en lo que haya podido leer en entrevistas, visto en sus películas y escuchado hoy en la rueda de prensa de Mataharis, su nuevo largometraje.
A pesar de ello, me reafirmo y sostengo mi teoría. La directora sabe hablar de su trabajo de una manera concisa y consistente, al igual que se forjan sus guiones, como pilares bien afianzados sobre los que construir una película sólida e inusual en el cine español. Inusual precisamente por esta solidez y rotundidez, por su capacidad de contar la historia que quiere contar y no dejarse llevar por una u otra idea que la pierda por derroteros inciertos.
Pero vayamos por partes.

Mataharis es la historia de tres mujeres dedicadas a espiar, detectives privadas en una ciudad que aparenta por encima de todas las cosas una normalidad de la que carece y que tras cada ventana esconde una historia digna de contarse. Eva -Najwa Nimri- acaba de reincorporarse al trabajo y compagina las jornadas de investigación con sus labores como madre y ama de casa; Carmen –Nuria González- cuya vida se marca por mantener más conversaciones con sus plantas que con su marido; e Inés –María Vázquez- impulsiva y vocacional, la más joven de las tres quien será la encargada de desvelar una trama en una importante multinacional.
Son mujeres que aparentan entereza, seguridad y fortaleza, pero que guardan en la intimidad de sus hogares y en la soledad en sus camas, su desidia, sus miedos y angustias vitales. Sin darse cuenta de que las únicas vidas que les da verdadero pavor investigar son las suyas propias.

Icíar Bollaín nos sumerge en las vidas de estas espías de pacotilla, desprovistas de todo el glamour y la decadencia elegante que se le imprime a su irónico título, como si nosotros mismos, un curioso espectador inteligente –punto de vista a tener en cuenta en el cine de Bollain, su arriesgado punto de vista a partir de un espectador no infravalorado, al que no es necesario darle la información masticada, algo totalmente desconocido en este país- nos convirtiéramos en los investigadores de las vidas de estas tres mujeres, conociendo meticulosamente los huecos y recovecos de sus miserias y dándosenos la posibilidad de bucear y andar a nuestro antojo por entre sus pensamientos; todo ello desde una óptica más cercana al cine francés que al patrio, tomando de nuestros vecinos, esa apariencia de cotillas, de colarnos en los dormitorios y poner al voyeur en el brete de ser sorprendido in fragrante delito en la butaca de un cine.

Los diálogos de Mataharis transmiten naturalidad, pero a su vez no son fruto de gracietas o de momentos aislados. Cada palabra está colocada con conocimiento y cada plano está tomado con seguridad incluso alevosía, podría decirse, a pesar de tener todo el filme esa apariencia de descuidado o de casual. En palabras de Nimri: <<hay cosas que parece que son espontáneas, pero no lo son, si acaso un joé (…) cuando te enfrentas a un personaje tan cerrado y tan… que sabe tan bien lo que quiere decir, pes es que es facilísimo, vamos que ya te da el trabajo hecho, porque sabes en todo momento qué tienes que hacer. Y es que eso es la Biblia. Y es muy raro, mucho >>. Nuria González por su parte, se deshace en elogios para con Bollain: <<Es que ha sido increíble, te pones en sus manos y no tienes nada que temer, porque sabe perfectamente lo que quiere.

Todas las actrices de Mataharis realizan grandes trabajos, sinceros y contundentes, qunque entre ellas cabría destacar a la excepcional Nuria González, que retrata a una Carmen contenida y rica, escueta en gestos pero generosa en sentimientos, un verdadero manantial de expresividad en el que desde ya es el mejor papel de su carrera. No así se puede decir de sus compañeros masculinos, que parece ser un lastre que arrastra el filme del mismo modo que a los personajes femeninos parecen hundirlas los hombres de sus vidas. Adolecidos todos –muy especialmente Tristán Ulloa- por el mal del susurro, tan en boga en nuestro cine y por la apatía interpretativa, contrastan en calidad y prestancia con sus compañeras, quedándose a años luz de sus partenaires. Aunque cabría preguntarse si no se trata de una argucia de la Señora Bollain para demostrar cuanto talento pueden derrochar sus intérpretes.

Mataharis es un filme esencial de nuestra cartelera actual, una mirada a nuestra sociedad disfuncional que huye del discursito, de la moralina y que se afianza, como ya lo hicieron los anteriores trabajos de la directora como un ejemplo serio y de peso por el cual apostar por nuestro cine. Aunque, por desgracia, sean tan pocos estos casos y tan espaciados en el tiempo.