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Crítica - Planet Terror

Poster

'La última barrabasada del cine postmoderno'

02/08/2007 - Por Korben Dallas

(1/5)

Planet Terror
Director: Robert Rodríguez
Intérpretes: Rose McGowan (Cherry Darling) / Freddy Rodríguez (El Wray) / Marley Shelton (Dr. Dakota Block) / Bruce Willis (Teniente Muldoon) / Josh Brolin (Dr. William Block) / Michael Biehn (Sheriff Hague) / Jeff Fahey (J.T.) / Naveen Andrews (Abby) / Michael Parks (Earl McGraw) / Tom Savini (Agente Tolo) / Quentin Tarantino (El Violador) / Nicky Katt (Joe) / Carlos Gallardo (Agente Carlos)
Duración: 105 minutos
Sinopsis: Un extraño virus se desata en un pequeño pueblo americano. Sus afectados se convierten en zombies deformes sedientos de carne fresca. Ahora estará en las manos de sus más modestos habitantes el combatirlos, liderados por la improbable pareja formada por [i]Cherry [...]
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Estreno en España: 3 de Agosto de 2007

CRÍTICA



Abróchense los cinturones, esta noche vamos a tener tormenta… de vísceras.

No, no exagero al decir que las vísceras vuelan y salpican los estómagos y las pantallas del mundo entero en este nuevo trabajo de Robert Rodríguez. Parte de un todo llamado Grindhouse (concebido como una experiencia cinematográfica semejante a las sesiones continuas, plagado de trailers e interrupciones de las que en España solo podremos ver una, en este film que nos ocupa) en colaboración con su amiguísimo Quentin Tarantino, este Planet Terror llega con ganas de ponerse en la cabecera de las películas de zombis… ¿lo logrará? Si por mi fuera, no.

Todo parte de un proyecto antiguo del señor Rodríguez de “hacer una peli de zombis como nunca antes se había visto”, sin embargo, el tiempo y el resurgimiento del género se lo han puesto muy pero que muy difícil. Desde los pinitos undergrounds del eminente Jackson y su madre comeperros, en poco menos que una década hemos sobrevivido a los 28 días de ingleses comecerebros; al mal residente de la corporación umbrella; la vuelta de los gargarismos sanguinolientos del maestro Romero; y hasta el apoteosis cómico-británico de la fiesta de zombies más especial y curiosota. Y esto, entre otras muchas… así que los deseos de nuestro amigo tejano, arrancan con mal pie y en terreno farragoso a la hora de sorprendernos.

Ni que decir tiene que la historia es la de siempre: un virus que convierte en muertos vivientes a los que bla bla bla… una serie de personajes que sobreviven a la marabunta de ataques y bla bla bla… un chico que conoció hace tiempo a una chica y que ahora bla bla bla… todo ello narrado en lo que parece ser la gracia de la película: la última barrabasada del cine postmoderno, la vuelta de tuerca del ilusionismo estético convertido en filosofía de autor: hacer una mala película.
NO es un juicio, es una premisa.

El quid, el encanto, la chispa del film no es otro que ser malo, recreando guiones, situaciones, calidades y ambientaciones de las cintas de bajísimo presupuesto de los setenta y ochenta, Rodríguez nos presta la oportunidad de vivir esta experiencia estética de asistir a un cine de serie b sin la autenticidad, pero con su más que manifiesta reverencia. Así, los ojos del espectador han de lidiar con un trabajo en el que todo el metraje está sembrado de rallajos en el celuloide, faltan rollos y cualquier interés por demostrar una mínima seriedad, no argumental (¡ni que decir tiene!) sino meramente formal, es nula. Una postura que, a parte de poco original, resulta terriblemente cómoda.
Cabría esgrimir, en la defensa de Rodríguez, el mismo argumento que suele decirse siempre sobre Tarantino: un director que hace el cine que él desea ver, con el que quiere divertirse y que no deja de ser un guiño a sus fans, amigos y seguidores. Claro está que la técnica y destreza cinematográfica y sobre todo narrativa, no tiene nada que ver la de uno con otro y por ello resulta encomiable el trabajo de un Tarantino versus el del más simplón y socorrido Rodríguez. Pero las comparaciones son odiosas.

Desde luego este Planet Terror hará las delicias de los que busquen chascarrillos popurrí de La Hora Chanante, Zombies Party y Mars Attac! y a los seguidores del director les llegará como agua de mayo, o en este caso como sangre coagulada, porque cada secuencia derrocha y rebosa no sólo purulencias sino autoindulgencia y narcisismo a partes iguales.



Lo mejor de la película: Rose McGowan, probablemente porque ni ella se toma en serio a sí misma y lo hace con tal desparpajo que encanta; también hay que mencionar la presencia de Bruce Willis, escaso pero muy intenso, protagonizando una de las escenas que más vergüenza ajena dan de toda la historia del cine (escena que, por más que lo desee, no puedo detallar, pero que todo el mundo podrá identificar sin lugar a dudas al verla).

Señoras y señores, niños y niñas, el rancho está servido, y lo que hoy se come, no se ha criado en ningún establo. ¡Qué aproveche!

 

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