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Crítica - La Suerte de Emma

Poster

'Buen desarrollo, mal efectismo'

12/07/2007 - Por Korben Dallas

(3/5)

La Suerte de Emma
Director: Sven Taddicken
Intérpretes: Jördis Triebel (Emma) / Jürgen Vogel (Max) / Hinnerk Schönemann (Henner) / Martin Feifel (Hans) / Karin Neuhäuser (Lene) / Nina Petri (Dagmar)
Duración: 99 minutos
Sinopsis: Emma es criadora de cerdos en una avejentada y endeudada granja. Allí sacrifica a los cerdos a su manera: los trata con cariño hasta el último día. Pero Emma se siente sola. Hasta que una noche, un Jaguar se estrella contra [...]
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Estreno en España: 13 de Julio de 2007
Nota en IMDB: 7,1/10 (221 votos)



CRÍTICA



Emma es una granadera alemana cuya mayor habilidad es la de matar a los cerdos de su granja sin que estos sufran dolor ni tengan que pasar por el mal trago del miedo a la muerte. Max es un vendedor de coches muy introvertido a quien le han diagnosticado un cáncer de páncreas terminal y que duda acerca de qué hacer con los últimos días de su vida: si suicidarse o aprovechar en un paraíso costero con una considerable suma de dinero que ha robado de los fondos negros de su jefe. Agudeza intelectual: ¿qué va a pasar al final de la cinta?

Sin ánimo de ser malvado, el único (y tremendo) problema que se le puede sacar a La suerte de Emma es el de su falta de intriga absoluta, encontrándonos con un argumento que parece un ejercicio de “une los puntos” que se intuye (qué digo intuye, se ve más claro que el agua) ya desde el segundo plano del filme.
Pero vayamos por partes, Sven Tadicken toma la novela La felicidad de Emma de Claudia Schreiber, y la lleva a la gran pantalla con una pulcritud y afecto intachables y manifiestos. La creación de unos ambientes reales y a la vez tremendamente expresionistas se vislumbra y se alza como el mayor logro de esta historia intimista y muy optimista (a pesar de lo desgarrado del asunto), regalándose al espectador secuencias de gran belleza y notable inclinación a lo campestre -todos los referentes visuales y verbales a la civilización, la ciudad, etcétera, son negativos- que quizá se lleguen a convertir en lastres en cuanto a su duración y pueden resultar cargantes por bucólico-contemporáneos, para aquellos ojos ávidos de acción ,pero que no por ello resultan menos efectivos.

Jürguen Vogel (Max) borda una interpretación rica y sin aspavientos (cosa que se agradece siempre que se trate un enfermo terminal) cuya evolución resulta emotiva y emocionante (que no es lo mismo) a la vez que cargada de fuerza y verosimilitud, afianzado con fuerza en cada plano demostrando un empuje y una vocación por desnudarse (literal y figuradamente) ante la cámara encomiables. Y a la hora de tomar impulso y explotar un talento interpretativo soberbio, no duda en aliarse con su partenaire Jördis Triebel (Emma) quien, en esta su primera actuación en la gran pantalla, brilla y reluce con un esplendor rutilante de orondas dimensiones y mejillas sonrosadas. La actriz se compromete con el personaje y se transforma con realismo, templanza y sobre todo bajo una dirección impecable que evita la caída en el cliché. Así, ambos comulgan en una simbiosis perfecta de interpretaciones magníficas.



A pesar de lo pastoril y de residir en ella un espíritu fabulístico, La suerte de Emma es un film con un mullido trasfondo filosófico que nos hace retomar lo que se expuso al principio, pues, ¿realmente importa que ese “terrible” fallo argumental de carencia de suspense? ¿no puede considerarse una simplificación ficticia de los acontecimientos para poder ahondar en problemas de índole existencialista? Este que suscribe quiere pensar que sí. Es fácil reducir cualquier argumento de cualquier historia a tres líneas explicativas que dichas de sopetón pueden resultar ridículas, lo importante es cómo se desarrollan durante una hora y media o dos horas, y la “suerte de Emma” no es la de epatarnos con sus giros sorprendentes, sino la de dejarnos bucear por los entresijos de unos personajes que rebosan vitalidad y que propician un encantador efecto de vitalismo, a pesar de lo dramático del argumento.

 

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