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Crítica - ¡Porque lo digo yo!

Poster

'Amable'

04/04/2007 - Por Korben Dallas

(2/5)

¡Porque lo digo yo!
Director: Michael Lehmann
Intérpretes: Diane Keaton (Daphne) / Mandy Moore (Milly) / Gabriel Macht (Johnny) / Tom Everett Scott (Jason) / Lauren Graham (Maggie) / Piper Perabo (Mae) / Stephen Collins (Joe) / Tony Hale (Stuart)
Duración: 102 minutos
Sinopsis: Daphne, una madre cuyo amor no conoce límites ni fronteras. Ha criado, como madre soltera, a tres chicas estupendas —la patosa pero adorable Milly, la sensata psicóloga Maggiey la sensual e irreverente Mae — para que se conviertan en la clase [...]
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Estreno: 4 de Abril
Nota en IMDB: 5,1/10 (1.521 votos)


CRÍTICA



La madre: ese ser del que todos nos hacemos eco alguna que otra vez, del que solemos echar sapos y culebras, por lo menos, una vez en la vida, nunca antes había sido retratado con semejante maldad como en esta ocasión que nos ocupa. El retrato de Daphne Wilder debería engrosar las listas de los malos Disney más sibilinos y más insoportables, peor que Cruella de Ville y el Capitán Garfio en uno solo, pero no por despiadada, sino por pesada e insoportable.
La familia Wilder está compuesta por Milly, Maggie y Mae tres hijas maravillosas que triunfan en todos los aspectos de su vida, excepto Milly, que aún no ha encontrado su amor y continúa soltera… esto, a pesar de contar con un –a juzgar por su impresionante loft- fructuoso trabajo como cocinera, trae de cabeza a Dafne, viuda perfeccionista y algo desequilibrada, quien no tiene ningún reparo en poner un anuncio en internet para encontrar un novio a su hija. Después de examinar un desfile de pretendientes, se decanta por Jason, un arquitecto exitoso y bastante pedante. Al mismo tiempo, Johnny, un curioso y lanzado músico bohemio se percata de la jugada y acude a la caza de la joven solterona.



Planteada como una comedia en toda regla según el esquema hollywoodiense que tan buenos frutos ha dado desde los bombazos románticos de primeros de los noventa, Porque lo digo yo se centra en las relaciones imposibles de una madre absorbente hasta el hastío y sus dos hijas que se han independizado de ésta, quedando exclusivamente Millie como blanco de todas las histerias y controles de Dafne. Así, Michael Lehmann usa, con notable soltura, los elementos indispensables de la comedia en pos de un producto divertido y muy ameno, que quizá incurre en una caricatura excesivamente retorcida del personaje materno y en el cliché de la niña mona y algo desastrosa (patosilla, podría decirse, porque los desastres que comete son leves, vamos que dejarse tres botones desabrochados no es para tanto), pero que en definitiva como generalidad, gesta un film entretenido, sin acercarse siquiera a la que fuera su primera y encantadora incursión en la comedia romántica, aquella indispensable La verdad sobre perros y gatos, cota que, todo sea dicho, no ha conseguido rebasar nunca .
Pero como toda comedia romántica que se precie encontrará su talón de aquiles a la hora de enfrentarse al momento dramático del film, a los conflictos que enfrentan a la hija con su madre, a los pretendientes con la novia, etcétera, y es difícil no puntualizar que en este aspecto ¡Porque lo digo yo! se moja poco, va a lo seguro, una escenita ñoña de amor maternal por aquí, un enfado de morritos por allá y nada que no asegure un happy ending al espectador. Pero, como siempre decimos, en definitiva ¿no es eso lo que uno busca al meterse en el cine a ver una de estas películas de cartelera blanca y fotos de sus concurrentes sonriendo? Pues claro que sí, y cuanto más pasteloso sea el final más nos gustará la película, y si las protagonistas se montan un numerito musical que no viene a cuento, pues miel sobre ojuelas!



Siendo estrictos, ninguna de los elementos de el film es destacable, ni tan siquiera la interpretación de Diane Keaton, que ataca de nuevo con su enésima readaptación de mujer peculiar post Annie Hall, por no hablar de Mandy Moore, cuya sonrisa puede provocar caries a los más sensibles al azúcar. Piper Perabo y Lauren Graham apenas se pueden siquiera disfrutar en más de cinco escenas y en cuanto a los roles masculinos se refiere, está claro que la definición de cliché les queda que ni pintada a semejante par de caracteres que ni pinchan ni cortan en el guión, interpretados por Tom Everett Scott como el arquitecto tonto y Gabriel Macht como el músico bohemio maravilloso.
Desde luego que no nos encontramos frente a una gran película, ni siquiera a una pequeña que tenga algo que contar más interesante de lo que pueda ser cualquier capítulo de Sexo en Nueva York, su feminismo postochentero queda obsoleto, y ni siquiera los modelos imposibles de Diane Keaton resultan llamativos. Pero tampoco se podría decir que se trata de una mala película, creo que el término más adecuada para definirla podría ser inofensiva y sin pretensiones. Amable.

 

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