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Crítica - Moscow Zero

Poster

'Ni para pasar el rato'

03/04/2007 - Por Mrs de Winter

(1/5)

Moscow Zero
Director: María Lidón
Intérpretes: Val Kilmer (Andrey) / Vincent Gallo (Owen) / Oksana Akinshina (Lyuba) / Sage Stallone (Varricks) / Joaquim de Almeida (Yuri) / Rade Serbedzija (Sergei) / Joss Ackland (Tolstoy) / Alex O'Dogherty (Pavel) / Julio Perillán (Alec Miller)
Duración: 90 minutos
Sinopsis: El antropólogo ruso Sergei Spassky investiga para la Universidad de Moscú la sociedad marginal que habita en los bajo el suelo de la capital rusa y queda fascinado por las leyendas que ahí se cuentan. Hasta que un día desparece. Una [...]
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Estreno en España: 4 de Abril de 2007
Nota en IMDB: 4,4/10 (190 votos)


CRÍTICA



Existe una fascinación por el misterio, por las leyendas antiguas, por lo oscuro, que los cineastas se han encargado de explotar a lo largo de toda la historia. El miedo atrae espectadores a las salas, y como tal nos intenta vender su nueva película María Lidón , que se da a conocer como Luna (Náufragos, Yo puta). Y digo 'intenta' porque como autoproclamado psico-thriller no sale muy bien parada. No inquieta, no da miedo, no consigue que te impliques en la historia ni con los personajes, y a pesar del plantel de mediocelebridades con el que cuenta, la factura final se asemeja más a un proyecto de escuela de cine que al film con proyección internacional que se supone es Moscow Zero.



Un antropólogo ruso se sumerge en las alcantarillas de la ciudad de Moscú para estudiar la sociedad marginal que allí habita, y se implica hasta desaparecer en las profundidades. Su amigo Owen, un sacerdote americano, decide ir en su busca, con la ayuda de un par de guías, a los que se une Lyuba, gran conocedora de los laberintos subterráneos. En su viaje, se encontrarán con varios obstáculos, extraños personajes, e irán descubriendo que las leyendas que hablan de una puerta al infierno no son del todo falsas.

La premisa no es demasiado original, pero es que ni siquiera el desarrollo demuestra un ápice de interés en la historia. El film se construye mostrando en paralelo el recorrido del sacerdote (Vincent Gallo) y sus acompañantes y los paseos por las catacumbas del antropólogo, junto a un tercer punto de vista: un grupo de fantasmales niños, presentados de forma muy obvia para dar miedo, que forman parte de la realidad paralela. Se suceden así una serie de escenas a través de vías abandonadas, alcantarillas y galerías, que parecen siempre el mismo lugar, fracasando estrepitosamente en la construcción de un escenario coherente, ya que poco de laberinto tienen esos pasillos en los que el antropólogo se pierde. La iluminación marca claramente cada uno de los ambientes, tanto que resulta demasiado obvio y va perdiendo fuerza según pasa el tiempo. De vez en cuando, nuestro protagonistas se encuentran con algún inquietante personaje, como el jefe de la zona más superficial, o los guardianes de la puerta, encabezados por un Val Kilmer de fugaz presencia, que aderezan el recorrido intentando dar un clima de misterio a algo que, por previsible, carece de todo suspense. Complementan el despropósito algún pequeño tropiezo con las corrientes subterráneas, alguna que otra baja gracias a los 'demonios', unas cuantas carreritas por los túneles y, eso sí: cantidad de diálogos absurdos que intentan dotar al argumento de una falsa trascendencia, y que solo consiguen aumentar, si cabe, los niveles de absurdez de la película. En esa línea, los personajes resultan desde el principio planos y desangelados, y no por culpa de los intérpretes, que los pobres hacen lo que pueden, sino por un guión que cae por su propio peso. Y por supuesto, nuestro protagonista es cura, pero no tonto, de modo que incluyen una pequeña tensión sexual, muy recurrente en estos casos. Como en toda mala película de terror que se precie, nos encontramos con un par de sustos efectistas, tirando de iluminación y de golpe de banda sonora, y cierra el tema precipitadamente con un final ambiguo y, nuevamente, predecible.

En definitiva, Moscow Zero no resulta recomendable ni para pasar el rato.



RUEDA DE PRENSA



La directora Luna presentó su tercera película acompañada por Alex O’Dogherty, que interpreta uno de los papeles secundarios. Pocos asistentes y una gran naturalidad por parte de los protagonistas, que defendieron este proyecto sin alardes, lo que es de agradecer. La realizadora calificó Moscow Zero de thriller psicológico, confesando su especial predilección por este género y por el terror en general, que se presta a los derroches de creatividad. La historia no se basa en hechos reales, pero la autora declaró haber encontrado una clara inspiración en la realidad, ya que, según cuenta, “en el Moscú subterráneo vive mucha gente, y lo que allí ocurre quizá supere la ficción”, desde cataratas como las del Niágara hasta cucarachas gigantes.

Esta es la primera vez que Luna rodaba en escenarios naturales. Aunque casi toda la historia se desarrolla bajo tierra, desechó la idea de construir decorados en plató porque buscaba un ambiente claustrofóbico muy determinado. Ya había pasado por la experiencia de rodar en túneles artificiales en su ópera prima, Náufragos, y los decorados se le quedaban cortos en ocasiones, de modo que optó por desplazarse hasta Sevilla, donde encontraron las localizaciones perfectas. Sin embargo, el hecho de colocar las cámaras en pasillos tan angostos limitaba demasiado sus movimientos, convirtiendo el rodaje en una ardua tarea. Trabajaron también en Londres y en Moscú para completar el filme. En cada escenario utilizó una iluminación distinta, desde los tonos fríos y azules de las alcantarillas superiores hasta los rojos de la profundidad, para marcar cromáticamente el “descenso a los infiernos” que narra la historia.

En esta aventura ha contado con muchos de sus colaboradores habituales, desde el guión de su hermana Adela Ibáñez hasta la fotografía de Ricardo Aronovich, o la música de Javier Navarrete. Destacó el trabajo con el equipo ruso, de una profesionalidad excepcional, tanto que con ellos se sintió “una verdadera directora”. El intenso rodaje de seis semanas se realizó en inglés, aunque manteniendo el idioma ruso en el caso de los niños, para marcar las diferencias entre las dos realidades paralelas. Tuvieron en cuenta la proyección internacional del film, ya que las anteriores obras de Luna (y en especial Yo, puta) habían tenido muy buena salida fuera de nuestras fronteras. Muestra de ello es también el reparto elegido para la ocasión: Vincent Gallo, Val Kilmer, Joaquim de AlmeidaAlex O’Dogherty considera que ha sido un verdadero placer trabajar con actores de la talla de Gallo y Almeida, que han ofrecido verdaderas lecciones de interpretación. Especial cuidado mostraron en la elección de la pequeña Paloma Terriente para el papel de Sombra, la niña que encabeza el grupo del otro mundo. Tras un largo casting (a punto estuvieron de contratar a Dakota Fanning), encontró a esta rusa de Sevilla que propició más de un susto durante el rodaje, apareciendo toda de blanco desde el fondo de pasadizos sin iluminar y causando a la directora alguna noche de insomnio.



El resultado final es muy satisfactorio para Luna: “en pantalla ha quedado exactamente lo que tenía en mente”.

 

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