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Crítica - Miguel y William

Poster

'Innecesaria'

01/02/2007 - Por korben dallas

(1/5)

Miguel y William
Director: Inés París
Intérpretes: Elena Anaya (Leonor) / Juan Luis Galiardo (Miguel de Cervantes) / Will Kemp (William Shakespeare) / Geraldine Chaplin (La dueña) / Malena Alterio (Magdalena) / Josep María Pou (Duque de Obando) / Miriam Giovanelli (Consuelo) / Jorge Calvo (Sancho) / Juan Fernández [XIII] (Iniesta) / Fernando Conde (Padre de Leonor) / Roberto Cairo (Comediante) / José Luis Torrijo (Cura) / Óscar Hernández (Médico) / Javier Aller (Bufón) / Denis Rafter (Vendedor en Londres)
Duración: 101 minutos
Sinopsis: La ficticia amistad entre Cervantes y Shakespeare se pondrá a prueba cuando ambos compitan por el amor de una dama española, Leonor. [...]
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Estreno en España: 2 de Febrero de 2007


CRÍTICA



Leonor (Elene Anaya) es una joven que ama el teatro y la aventura, tanto es así que mantiene un apasionado romance con el mismísimo William Shakespeare (Will Kemp). Parece alocada, pero tiene sus prioridades muy claras: viajará a España donde le espera un matrimonio concertado con el Duque de Obanto (José María Pou) a través del cual, obtendrá la prosperidad que espera. Sin embargo, y a pesar de la desilusión inicial al comprobar los poco agraciados dones de su futuro esposo, no está dispuesta a abandonar su devoción por el teatro. Al poco de instalarse, llegará Miguel de Cervantes (Juan Luis Galiardo), quien, por la época, trabaja como recaudador de impuestos. Ni corta ni perezosa, Leonor le pedirá que le escriba una obra de teatro con la que saciar sus ansias de actriz. Las cosas no tardan en complicarse cuando, desde Londres y sin previo aviso, aparece Shakespeare, que se hará pasar por criado para poder quedarse cerca de su amada.

Por si el embrollo fuera poco, las hijas del duque, Magdalena (Malena Alterio) y Consuelo (Miriam Giovanelli) harán lo posible para comprometer la imagen de Leonor, mientras que su criada (Geraldine Chaplin) le guardará las espaldas y la sacará de los embolados en que se meta la díscola jovenzuela.

En 2002 Inés París codirigió con Daniela Fejerman su primer largometraje: A mi madre le gustan las mujeres. El film, muy bien acogido por crítica y público, era una comedia contemporánea divertida y de notable calidad. Su segundo largo, también codirigido, fue Semen, una historia de amor(2005). En este, la calidad se relajó notablemente y su acogida fue sensiblemente peor. Y finalmente, nos llega ahora esta Miguel & William, su primer proyecto en solitario en el cual parece ser que ha perdido el norte por completo.

La película arranca con un flash-foward absurdo que ya anuncia los despropósitos que acontecerán en los minutos siguientes. En él vemos a Cervantes y Shakespeare luchando cual espadachines de Scaramouche por los campos de Castilla. Y desde ese momento, el transcurso de la acción deviene en colección de gracietas y chistes verdes como si el ilustre Mariano Ozores firmara su guión. Ejemplos de su zafiedad son muchos, quizá resulte especialmente significativa la llegada de Leonor al castillo de su futuro esposo, al que no conoce. Y, mientras contempla un retrato del conde, repara en la entrepierna abultada y rutilante, momento en el que exclama: "¡Arriba España!". Sin embargo no será su ordinariez (que, sin animo de indultarla, tampoco está de más, sobre todo entre aquellos que nos preciamos de calificar como los mejores humoristas del momento a Joaquín Reyes & Company) sino su pretencioso planteamiento de las influencias literarias que Miguel y William se indujeron recíprocamente, mientras ambos amaban a la misma mujer. Este intercambio, por el cual Cervantes encontrará su sarcasmo y su vis cómica mientras que Shakespeare tratará con la tragedia, verdadero leit motiv del film, viene promovido por los estudios de su directora, doctorada en teatro barroco y especializada en Cervantes. Sin embargo, por más título que enarbole, a cualquiera que se precie amante de la literatura, sus referencias le parecerán insípidas y poco inspiradas, mientras que al cinéfilo, sus guiños a algunas de las obras más conocidas de todos los tiempos le parecerán facilonas y ramplonas. Por no hablar de obvias y rancias por su excesiva explotación en la historia del cine. Sumando a esto una colección de pinceladas “artísticas” poco acertadas, como su decoración, pobre y desgarbada –es digna de mentar la capilla de la secuencia final de la película, decorada con cuadros como El triunfo de la muerte de Brueghel el viejo (¡1562!) y otros similares.

El símil es tan obvio que su mención casi duele: Inés Paris ha pretendido hacer su propio Shakespeare in love patrio, cuyo principio es tan evidente como un axioma: hacer una versión, una secuela, una revisión o una simple copia falsificada –lo que quiera que sea esta película- de otra que ya de por sí es innecesaria dará un resultado penoso. Pero añade al combinado unas interpretaciones que caen en todos los lugares comunes posibles, desde la ampulosidad recalcitrante de Galiardo al manierismo televisivo –adquirido por su famoso rol en Aquí no hay quien viva- de Alterio; pasando por los imposibles acentos de Geraldine Chaplin –que una vez más se muestra tiesa e insipida- y Will Kemp –por si no teníamos bastante con los gorgoritos hispanófilos de Viggo y Caspar Zafer- engrosando la lista de actores imposibles en el cine español, y solo hay que agitar un poco para conseguir un bonito ejemplar de “vergüenza ajena”. Mención aparte merecen Elena Anaya, quien salva su dignidad de actriz sin pena ni gloria y José María Pou, cuya creación, la más caricaturesca, es la única verdaderamente interesante.

En definitiva, Miguel & William es una película innecesaria, que se ha sumado a la moda de hacer cine de época en España aprovechado el tirón de los títulos que todos conocemos y que quiere ser la excepción por su factura cómica, y que, para colmo, se precia ser aburrida y tediosa.

 

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