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Crítica - Requiem (El Exorcismo de Micaela)

Poster

'Sobresaliente'

14/12/2006 - Por korben dallas

(4/5)

Requiem (El Exorcismo de Micaela)
Director: Hans-Christian Schmid
Intérpretes: Sandra Hüller (Michaela Klingler) / Burghart Klaußner (Karl Klingler) / Imogen Kogge (Marianne Klingler) / Anna Blomeier (Hanna Imhof) / Nicholas Reinke (Stefan Weiser) / Friederike Adolph (Helga Klingler) / Eva Loebau (Krankenschwester)
Duración: 93 minutos
Sinopsis: Micaela es una chica de 18 años que sufre de una rara vertiente de epilepsia que la ha tenido ingresada en un hospital durante un tiempo. Tras un año sin sufrir ataques, decide abandonar el conservador y ultrareligioso núcleo familiar para [...]
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Estreno en España: 15 de Diciembre de 2006


CRÍTICA



Micaela Klinger es una chica de 21 años que vive en una pequeña ciudad del sur de Alemania en el seno de una familia humilde y profundamente religiosa. La joven sufre de epilepsia, y por esta razón sus padres la sobreprotegen, hasta que decide partir a la universidad, en contra de lo que sus progenitores le recomiendan. Allí, se reencuentra con Hanna y forja una sólida amistad, así como entabla una relación amorosa con Stefan. Poco a poco Micaela irá cayendo en una espiral de acontecimientos brutales que acabarán con el diagnóstico de una posesión demoníaca.

Requiem (El Exorcismo de Micaela) está inspirada en el hecho real de Anneliense Michel, una joven alemana fenecida en 1976 por malnutrición y agotamiento tras doce procesos de exorcismo, a la que, según el director, hoy día todavía se la considera como mártir en Klingenberg. Requiem no es un biopic ni una historia real, está basada en hechos reales, pero sus personajes sean ficticios. En el fondo, el filme es más un ahondamiento en la psicología de Micaela, y finaliza precisamente en el momento en que es considerada su posesión demoníaca. Y este es el gran acierto de la cinta, puesto que no asistimos al deterioro del cuerpo y las torturas rituales que ya han sido explotadas en la gran pantalla hasta la saciedad (con buenos –El Exorcista, El Exorcismo de Emily Rose- y malos -los demás exorcistas y muy especialmente El comienzo- resultados) sino el proceso de la mente de Micaela, como una joven normal, que se enfrenta de golpe con la salida de su pueblo, la huida del yugo de su familia, su conciencia religiosa, el encuentro con la sociedad abierta y exultante de los setenta e incluso sus primeras experiencias sexuales. Y a esto asistimos como meros espectadores sin escuchar las voces que la atormentan ni entender realmente si sus ataques son sicosomáticos, epilépticos, diabólicos o para llamar la atención.



Requiem no es una película de terror, nada más lejos, y disuado desde aquí a quien busque vómitos verdes, bandas sonoras estridentes y escenas en la oscuridad con caras del anticristo. Requiem huye de la iconografía clásica del terror y nos enfrenta a un drama psicológico que asusta por la impotencia y la solidaridad con la que nos enseña a Micaela. Hans-Christian Schmid, su director, no se deja pillar los dedos aquí, su personaje principal parece sacado de un christmas de UNICEF: la joven es encantadora, solidaria, trabajadora, paciente, guapa… lo tiene todo, de modo que resulta imposible no compadecerse y temer lo que de antemano uno sabe que le va a pasar. Sin embargo, y gracias a la interpretación magnífica de la debutante Sandra Hüller (ganadora de un merecido premio en el Festival de Berlín) el personaje no cae en lo empalagoso y se solidifica en una ambigua presencia a caballo entre la locura, el misticismo religioso y la incomprensión de lo que le está pasando. Por ello, el filme cobra una entidad muy notable, un solemne y relevante peso dramático que tan solo flaquea en algunas escenas de video musical, pero que aún así, sigue consolidándose como uno de los mejores trabajos de introspección en la cartelera.

Quizá sea también especialmente relevante el análisis que de la religión realiza el film, no dejándose caer en lo obvio, en tachar a la iglesia de descorazonada máquina de matar a inocentes o de salvadora de almas, sino que es lo suficientemente inteligente como para mostrarnos a dos sacerdotes que no tienen ni idea de qué hacer con un asunto que se escapa de sus manos, con toda la lógica del mundo, puesto que a la misma Micaela le ocurre lo mismo. De este modo, los personajes del clero Martin Borchert y Gerhard Landauer, que asisten a la protagonista, solidifican la duda razonable en el desarrollo de la historia, y por lo tanto en el espectador, que cada vez duda más sobre la cordura de Micaela, creando así un trabajo de guión tan excelente y sólido como hacía tiempo que no veíamos.

Una película sobresaliente.

 

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4.97

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