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Crítica - Ficción

Poster

'Demasiados clichés'

12/11/2006 - Por Casiotone

(2/5)

Hace tres años Cesc Gay cosecho un notable reconocimiento crítico y popular con su visión de la crisis de los treinta en En la ciudad. Ahora pasado un tiempo prudencial vuelve a la misma temática al mismo tono y casi como si de una prolongación del mismo personaje se tratara (Eduard Fernandez protagoniza ambos films) retrata las mismas dudas, los mismos temores, y esa perpetua sensación de fracaso que parece irremediable.

Así pues podríamos empezar a hablar, con tan solo cuatro cintas, de una cierta coherencia fílmica en la carrera de Cesc Gay . El trasunto del paso del tiempo y de la necesidad de experimentar para llegar a poder sentir era una de las principales referencias de los personajes de Krampack, cinta que solo se aleja de sus dos últimas películas en la edad de sus protagonistas ( y logicamente en sus objetivos personales). Pero en el fondo Gay siempre nos ha contado lo mismo, da igual que nos enfrentemos al primer sexo o al primer sexo adultero. Todos los dibujos de sus protagonistas principales son de seres confusos, que a pesar de una cierta serenidad aparente, se dejan arrastrar muchas veces por aquello que conocen aunque nunca dejen de desear cosas y situaciones diferentes.

Ese juego emocional no funcionaba plenamente dentro de En la ciudad, la polaridad de personajes (opción adecuada) minimizaba el caudal de sensaciones dado que ninguno de ellos alcanzaba el relieve dramático suficiente, todas las cartas estaban excesivamente marcadas y la película resultaba tremendamente prefabricada, diseñada parecía, para que un selecto sector de los espectadores se pudiera ver identificado con problemas que todos podemos llegar a tener pero que en esas representaciones ni de lejos importaban ni marcaban.
Con Ficción Gay cae en los mismo errores durante buena parte del metraje, aquí por contra el protagonismo se centra en Álex (Eduard Fernandez) cineasta en crisis personal ( y por lo que vamos presumiendo también profesional) que acude a la casa en el pirineo catalán de (Santi) un antiguo amigo, en busca de la paz necesaria para terminar el guión de su próximo film. Allí todas las relaciones se reducen a la mínima expresión, junto a los nombrados aparecerán Judith otra lejana amiga y una conocida de esta Mónica, que actúa como catalizador sentimental de la acción junto a Álex. Pese a esta reducción de personajes es tal el protagonismo de Álex que provoca que ninguno de sus compañeros de relato adquiera relevancia suficiente, ni siquiera el de Mónica. Esto no es más que una opción de Gay que perfectamente podría funcionar si no fuera porque Álex no da entidad suficiente a todo lo que supuestamente le atormenta, un balbuceante Eduard Fernandez no puede con el peso de todo el relato, y ciertamente todo se mueve al lento quejido de su marcha.
Gay en su intento de mostrar la desazón que asola a Álex, plaga el metraje de silencios, de miradas perdidas, de encuentro privados, de notas al piano, o de una suculenta colección de canciones de Nick Cave pero a su contra también acaba por contagiarse de la belleza (real) del paraje y termina por incrustar secuencias y planos excesivamente contemplativos que nada aportan al proceso narrativo. A su vez en ese proceso de ensimismamiento de Alex resulta demasiado subrayado con planos contraplanos de miradas a través de ventanas o miradas perdidas al horizonte, que redundan en una idea que ya en la primera secuencia queda perfectamente clara. Y tampoco ayuda el estudiado diseño de interiores. tan calculado que parece por momentos un catalogo de casas con encanto, todo aumenta la distancia emocional y hace menos creible lo que se nos cuenta.

Pese a todo llega un momento en que la película, que va camino del olvido, remonta el vuelo y hace que , como pasa en las malas comidas con buen postre y mejor café, salgas con la pequeña ilusión de que cuando vuelvas sera mejor. Llega ese momento en que Gay demuestra lo que puede llegar a rodar, porque estilo tiene, muestra interés por el tiempo narrativo y sus formas ( la película esta rodada cronologicamente) pero aborda desde demasiados clichés sus films, si estos desaparecen, se da libertad y permite que sus personajes respiren por si mismos todo gana en naturalidad y emoción y eso en Ficción llega a suceder.

Sigo pensando que detrás de Ficción puede haber un buen director, que algún día rodará una gran película pero que quizás debería dejar de hacer las cosas "tan bonitas", de apartar esa impostada seriedad para que esos conflictos emocionales que nos narra, lleguen verdaderamente a ser sentidos.

 

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