CINeol

O utiliza la Búsqueda Avanzada




Crítica - Scoop

Poster

'Chascarrillos de abuelete'

26/10/2006 - Por Korben Dallas

(3/5)

Scoop
Director: Woody Allen
Intérpretes: Scarlett Johansson (Sondra Pransky) / Woody Allen (Sid Waterman) / Hugh Jackman (Peter Lyman) / Ian McShane (Joe Strombel) / Charles Dance (Mr. Malcolm) / Romola Garai (Vivian) / Kevin McNally (Mike Tinsley)
Duración: 96 minutos
Sinopsis: Durante una representación de magia, una estudiante de periodismo de vacaciones en Londres recibe la visita del fantasma de un famoso periodista de investigación recién muerto, Joe Strombel. Éste le da un chivatazo conseguido en el más allá: el asesino del [...]
Lea más en su ficha

Estreno en España: 27 de Octubre de 2006
Nota I.M.D.B.: 7/10 (2155 votos)


CRÍTICA
SCOOP, UN HOMENAJE TARDÍO



A veces ocurren curiosidades, accidentes, conjunciones de planetas y cosas así. Momentos en los que los vientos del norte y del sur dotan de una inspiración casi divina a quienes tocan. Niños que desde su más tierna infancia ya demuestran ser genios, poseedores de un don mágico. Como bendecidos por la mano de un mago todopoderoso aún en el capazo de recién nacido. Y en sus primeros trabajos parecen entregar toda esa maestría, regalarnos la más bella de las sensibilidades, la mayor madurez, aún en obras (mal)entendidas como menores. Tan brillantes y relevantes que de pronto parecen llegar a un punto de inflexión en el cual, sin explicación aparente, comienzan a caer en picado, no por falta de calidad, sino por una más que notable falta de interés y del perfeccionismo anterior. Eso le pasó a Coppolla, que desde su magnífica Drácula parece haber perdido el interés siquiera por ponerse otra vez detrás de las cámaras. También les pasó a David Fincher o a Danny Boyle, cuyas carreras son claros ejemplos de cómo caer en picado desde una inusual maestría precoz hasta una mediocridad (aceptable) nada destacable.



Y con el tiempo, hemos de llegar a la conclusión de que también le ha pasado a Woody Allen. Por desgracia. Uno, fehaciente y confeso admirador del director neoyorkino, ha asistido puntualmente a todos los filmes de Allen, para descubrir cómo, poco a poco, se ha ido alejando de aquellas poderosas imágenes de su Manhattan en blanco y negro y de sus desgarradores argumentos, tanto dramáticos (en el más puro estilo Bergman, sin desmerecerse a sí mismo y a sus códigos, de los que Interiores será su más bella obra); como cómicos, entre los que resultaría imposible mencionar tan solo un título. Quizá Allen haya tocado el cielo con las dos manos. Quizá se instaló allende la normalidad en un olimpo de genialidad que tarde o temprano tenía que darle la patada. Quizá una visión retrospectiva de sí mismo le hiciera darse cuenta de que, de tanto reírse de sí mismo y procurar quitarse importancia escudado en sus chistes cínicos y perversos, lo más sensato era dejar de lado la trascendencia total, verdadera, filosófica (para algunos, para mí entre ellos) y entregarse a la nada desdeñable labor de contarnos cuentos sin complejos (parece el nombre de una ONG) y sin trasfondos de paranoia, tan divertidos y cruciales a la hora de repasar su filmografía. Quizá Woody Allen se ha hecho mayor del todo y se ha convertido en el abuelo bonachón sentado en su butaca con una pipa en la mano (y un tomo de Freud en la otra) y nos quiere entretener un rato, convirtiéndose a sí mismo, a su cine “importante”, en un producto que bien podría ser de consumo masivo, pero que por sus connotaciones de autoría y modestos presupuestos se relega a algunos círculos en que siempre será considerado desde una óptica tirando a esnob y pedante. Engrosando lo que no es más que una fábula y convirtiéndola en obra maestra.



Scoop adolece de este descenso existencial del que cojean los viejos que se han dado cuenta de que vivir no es tan traumático, que la vida no es más que pasar los días y respirar cada mañana. Tal vez a Allen ya no le importe si hay vida después de la muerte y no tenga que buscar alternativas religiosas, como en Hanna y sus Hermanas; tal vez ya no tenga que mantener diálogos con la mismísima muerte pelada, como en La Última Noche de Boris Grushenko; a lo mejor lo que simplemente quiere hacernos llegar es que la vida es demasiado corta como para dejarla pasar planteándose qué es la muerte. En Scoop, su visión de la muerte cambia diametralmente. Nada más comenzar, conocemos la barca que transporta las almas de los fallecidos que reniegan y se quejan por todo lo que les quedó por hacer en vida, pero que no rechistan con cuestiones filosóficas. Están muertos y se acabó. Así, este cuento de fantasmas y asesinos, que es lo que es, juega con la constante presencia de la mortalidad del ser humano, y su dimensión espiritual, pero a la vez con la terrenalidad de la presencia de una principal figura argumental, en este caso el mencionado asesino. Pero no nos vayamos más por las ramas. Scoop cuenta la historia de Sondra Pransky, interpretada por Scarlett Johansson, una periodista novata que recibe una visita sobrenatural, la de Joe Strombel, un consumado colega, que ha fallecido y ha descubierto, en pleno viaje de ultratumba, la noticia de su vida: el multimillonario Peter Lyman es el Asesino del Tarot. Así, la joven comenzará una investigación para realizar la exclusiva, conociendo a Lyman, interpretado por Hugh Jackman, y enamorándose de él. La temática del asesinato, ya explorada por Allen en la olvidada y brillante Sombras y Niebla, y en aspectos más oscuros en Delitos y Faltas y su más reciente Match Point, es el punto de partida de una nueva comedia del director, pero ante la cual, el espectador no puede dejar de preguntarse si no lo había visto todo anteriormente. Claro está que sí, parece que Allen ya no tiene interés en sacar nuevos aspectos del ser humano, quizá ni siquiera se preocupe de contar historias en las que los nudos no solo se desenreden, sino que a ratos, hasta desaparezcan los cabos y haga aguas hasta naufragar en la absurdez. Sin embargo, con lo que carga a sus espaldas, y con su más que demostrada capacidad de hacer buen cine, quizá podamos simplemente disfrutar de sus tontunas y reírnos con sus chistes oídos mil veces, con sus chascarrillos de abuelete, porque tal vez si Kirkeegard levantase la cabeza y viniese a visitarnos, tan solo querría hablar de los chistes más ordinarios que ha escuchado en la otra vida. ¿Y alguien se considera con entidad moral como para censurarlo? Yo, personalmente, no. Además, ir hoy día a ver una comedia y reírse es mucho más de lo que puede pedirse. Entre pseudo-tragedias disfrazadas de comedias y mamarrachadas que no ienen ni pizca de gracia, encontrar un par de diálogos inteligentes y un argumento tonto pero divertido, es lo más gratificante que se le puede otorgar a un espectador cansado de llevarse chascos en la butaca. Y si encima sale Hugh Jackman, mejor que mejor.

 

Visitada: 8387 veces






Puntuación de los Usuarios

6.79

(227 votos/50341 visitas) - Estadísticas >>